2009 tampoco ha sido un buen año para Mariano Rajoy. A pesar de las victorias electorales de Jaime Mayor Oreja (UE) y Alberto Núñez Feijóo (Galicia), el líder del PP sigue sin hacerse con los suyos desde que el nueve de marzo de 2008 perdiera por segunda vez consecutiva las elecciones generales. Tampoco los ciudadanos confían en él según las encuestas.
De puertas para dentro, el caso Gürtel, en sus vertientes madrileña y valenciana, y el episodio de Manuel Cobo contra Esperanza Aguirre han provocado los mayores quebraderos de cabeza a Rajoy.
Mes de febrero. Luis Bárcenas se convirtió en el primer gran problema del presidente del PP siempre con las filtraciones como telón de fondo. Tesorero del partido y senador por Cantabria, se vio involucrado de lleno en la supuesta trama de corrupción, a lo que su jefe de filas respondió con un clamoroso silencio que desesperó a las filas del PP. Finalmente, y tras semanas pidiendo su dimisión tanto dentro como fuera del partido, el 28 de julio Bárcenas dejó las cuentas de la formación, si bien mantiene hoy día su escaño en la Cámara Alta.
Con Bárcenas como epicentro de la rama madrileña (ya que Aguirre depuró de forma inmediata responsabilidades y no se vio salpicada), la valenciana se volvía aún más espinosa al afectar al mismísimo presidente valenciano, valedor de Rajoy en el Congreso de Valencia. Un informe policial apuntando a una posible financiación irregular hizo saltar en pedazos la presunción de inocencia que hasta entonces Génova abanderaba y exigió a Francisco Camps (28 de septiembre) la cabeza de su mano derecha y secretario general del PPCV, Ricardo Costa.
El esperpento político llegó a su momento más álgido la fatídica noche del martes trece octubre, cuando el líder valenciano ratificó a Costa en su puesto y luego mintió descaradamente a Rajoy diciéndole que había sido cesado. El asunto subió tanto de tono que el presidente del PP amenazó a su barón territorial “con montarle una gestora”. Finalmente, “Ric” cayó el 29 de octubre no sin algún que otro contratiempo y su futuro está aún en manos del Comité de Derechos y Garantías.
De vuelta a Madrid, el rifirrafe entre Aguirre y Gallardón acabó en tragedia política. El 27 de octubre, en las páginas del diario El País, el vicealcalde de Madrid, Manuel Cobo, injuriaba a la presidenta regional a cuenta de la Presidencia de Caja Madrid y ésta se plantaba ante Rajoy hasta que no tomara cartas en el asunto. Finalmente, el órgano disciplinario del PP dictó el ese temporal de la militancia de Cobo a la espera de un veredicto final.
Unos capítulos, sumados a otros de menor envergadura, a los que Rajoy ha respondido con un silencio que terminó por exasperar a los suyos en más de una ocasión. Tanto es así que algunos diputados llegaron reclamar que se convocara un congreso extraordinario.
Algo que también ha calado en la ciudadanía. Según el barómetro del CIS del mes de noviembre, Rajoy generaba poca o ninguna confianza al 80,2 por ciento de los encuestados y más de la mitad opinaba que la actuación del PP en la oposición no era positiva. Los datos eran peores a los de Zapatero. El presidente de la recesión inspiraba poca o ninguna confianza al 72,3 por ciento de los consultados.