Resumen 2009

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Francisco Ayala, el último integrante de la Generación del 27

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El 3 de Noviembre fallecía el escritor Francisco Ayala, tras 103 años de literatura. Con su muerte, se cerró el círculo de la generación del 27, dejando a sus espaldas una de las producciones más extensas y en el campo de la literatura, el ensayo, la filosofía y la poesía.

Aunque “gozaba de relativa buena salud”, el escritor centenario sufrió una bronquitis en el mes de agosto, de la que tardó en recuperarse, a consecuencia de la cual, fallecía el 3 de Noviembre en Madrid.

Numerosas personalidades acudieron a dar el último adiós al que fue uno de los grandes escritores españoles del siglo XX, además de numerosos amigos y familiares. Fue una emocionada y ejemplar despedida, a la altura de la grandeza, pero también de la discreción que caracterizó su vida.

El Rey y los Píncipes de Asturias visitaron la capilla ardiente de “el escritor imprescindible”, así como el presidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero, y un nutrido grupo de miembros de su Ejecutivo.

En una despedida repleta de halagos a la persona y al escritor, destacó lo dicho por su biógrafa y amiga, Enriqueta Antolín quien calificó de "extraordinaria" la ecuanimidad del novelista: "Era un hombre que jamás juzgaba nada apresuradamente, sólo lo hacía según su criterio y no se dejaba llevar por las ideas de otros".

Ensayista, narrador, sociólogo, académico y enamorado del cine, Ayala era un gran convencido de que la libertad individual debía ser proyectable a todos los planos de la existencia, y un hombre comprometido con su tiempo pero que rechazaba cualquier adscripción política concreta.

Estaba convencido de que "en este mundo de descomposición, la única salvación que podemos encontrar es la revolución moral". Su biografía quedará siempre en sus obras, porque el autor de "El jardín de las delicias" no deslindaba vida y literatura. Toda era una misma cosa, desde aquel primer libro de ficción que escribió con 19 años, "Tragicomedia de un hombre sin espíritu", hasta los últimos ensayos de senectud, cuando decidió que el tiempo de la novela había pasado.

Cuando en el 2002 cumplió 96 años y presentó la reedición de "Cazador en el alba", aseguró que seguir viviendo no era "un mérito personal, sino un mérito de la Naturaleza", pero quienes le escuchaban sabían que su lúcida juventud era fruto de una inteligencia inagotable que no se dejaba engañar.

Si la juventud está en el alma, Ayala murió a sus 103 años siendo un hombre joven, antes había sido un joven viejo con una mente lúcida que fascinaba a todo el que se acercaba a él, especialmente a los jóvenes, por los que sentía predilección.

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