La muerte de Dani Jarque conmocionó el fútbol español el 8 de agosto. El capitán del Espanyol fallecía súbitamente de un ataque al corazón mientras conversaba por teléfono con su mujer, que por aquel entonces estaba embarazada. Jarque se encontraba en la concentración de pretemporada del equipo en Coverciano, un barrio de Florencia (Italia). Rápidamente, la esposa llamaba al compañero de habitación, Ferrán Corominas, que dio la voz de alarma.
Jarque tenía sólo 26 años. Había sido designado capitán del conjunto blanquiazul en sustitución de Raúl Tamudo, y apuntaba a ser el icono del nuevo equipo.
Todo el españolismo salió a la calle para rendir un sentido homenaje a su capitán en la puerta 21 del recién estrenado estadio de Cornellá-El Prat. Sus compañeros de equipo y los futbolistas de la selección española –Jarque nunca llegó a ser internacional absoluto, pero sí lo fue en todas las categorías inferiores existentes en España, ganando en 2002 el Campeonato de Europa sub'19– no entendían la desaparición del jugador.
Precisamente, los jugadores del equipo nacional saltaban al campo contra Macedonia, cuatro días después de la triste noticia, con camisetas con el número 21 en el homenaje de toda España a un jugador ejemplar.