Anuario 2005 Libertad Digital
Un incendio rodeado de misterio destruye la torre Windsor


A las once y veinte de la noche del día 12 de febrero, un gran incendio se desató en la torre Windsor, situada en pleno corazón financiero de Madrid. La inexplicable magnitud del incendio, que destruyó totalmente la torre en la que estaban ubicadas importantes empresas, suscitó una nube de misterio a su alrededor y la hipótesis de que fue provocado: un acceso subterráneo forzado, un butrón, imágenes grabadas con misteriosas siluetas. Pero los últimos informes de la Policía y de los Bomberos del Ayuntamiento de Madrid, concluyeron que el incendio se inició a causa de un cigarrillo.

Primero un vídeo grabado desde un edificio situado frente a la cara oeste del Windsor mostraba unas siluetas moviéndose en la planta 16 del edificio a las cuatro menos diez de la madrigada. El Ayuntamiento dejó claro que no eran bomberos porque estos habían salido del edificio a la una de la madrugada. Finalmente, los bomberos dijeron que las siluetas podían ser los reflejos de ellos mismos sofocando el fuego desde un edificio contiguo, ya que las condiciones en el interior del siniestrado eran incompatibles con la vida, con una temperatura de más de 300 grados. Después apareció otro vídeo que mostraba luces en varias ventanas del edificio incendiado. Al parecer, eran efectos ópticos.

Una vez desatado el incendio, contemplado en vivo y en directo por los españoles, los guardias de seguridad dicen que las alarmas funcionaron con normalidad, pero, pese a todo, ni siquiera los bomberos (que eran todos los disponibles en la capital) pudieron hacer nada para atajar el fuego. El Windsor quedó convertido en un amasijo de hierros con un alto peligro de desplome.

Bomberos, policía científica y hasta perro rastreador entraron en el edificio para buscar el origen del incendio, que en un principio se atribuyó a un cortocircuito. Finalmente, la Policía concluyó que el incendio fue fortuito, ya que no encontraron acelerantes; que comenzó en el despacho 2.109, en la planta 21, que es el que ocupaba una de las últimas personas en abandonar el inmueble la noche del suceso. Los cuerpos de seguridad dedujeron que el incendio se originó en el despacho de una supervisora de riesgos laborales de Deloitte, que es fumadora.

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