Anuario 2005 Libertad Digital
Nuevas claves sobre el 11-M


La investigación de los atentados del 11-M ha dado un vuelco espectacular a lo largo del año 2005, no porque desde el gobierno se haya tratado de impulsar la investigación, sino porque la catarata de revelaciones periodísticas ha continuado in crescendo.
 
En el frente parlamentario, después de las comparecencias de José María Aznar y José Luis Rodríguez Zapatero a finales del año 2004, la Comisión de Investigación del 11-M entró en una vía muerta. Todos los intentos de la oposición por continuar con la labor investigadora fueron en vano: todas las solicitudes de comparecencias fueron rechazadas por el PSOE y sus aliados parlamentarios, aunque el acta oficial de defunción de la Comisión tuvo que retrasarse varios meses debido a las noticias que los medios de comunicación iban desgranando y que revelaban, en torno a los atentados del 11-M, la existencia de una trama que nada tenía que ver con el ataque islamista que se intentó vender a la opinión publica desde un principio. A pesar de todo, el Parlamento terminaría por aprobar el 30 de junio un documento de conclusiones que no respondía a ninguno de los numerosos interrogantes que rodean a la mayor masacre terrorista sufrida por nuestro país. Hasta tal punto habían quedado obsoletas esas conclusiones por la marcha de las investigaciones periodísticas que el cierre de la Comisión y el propio documento de conclusiones pasaron con más pena que gloria por la actualidad informativa.
 
En el terreno judicial, pasado el frenesí investigador de los primeros meses, la labor se centró en intentar cerrar los flecos que esas primeras investigaciones habían dejado abiertos. El caso entero daría un primer vuelco con la detención, por segunda vez, de Mouhanad Almallah, uno de los personajes clave de la trama. Los atentados del 11-M volvieron a la palestra con motivo del aniversario de la matanza y también al trascender a la opinión pública que Mouhanad Almallah se había afiliado al PSOE después de que el juez Del Olmo le dejara en libertad tras su primera detención, en el año 2004. En abril de 2005, el juez Del Olmo levantaba el secreto sobre los primeros 36 tomos del sumario y en el verano (con la Comisión de Investigación ya cerrada) levantaba el secreto de los primeros 141 tomos, que totalizaban más de 50.000 folios.
 
Esa desclasificación de buena parte del sumario vendría a acelerar enormemente las revelaciones en el tercero de los frentes de investigación, el periodístico. Si en el año 2004 los medios habían ido desgranando ante la opinión pública los inquietantes datos sobre la presencia de confidentes policiales en la trama del 11-M, las revelaciones sucesivas a lo largo de 2005 pusieron sobre la mesa datos mucho más tenebrosos. Así, diversas informaciones fueron poniendo de manifiesto que la práctica totalidad de los implicados en la trama del 11-M, o eran confidentes, o eran miembros de las fuerzas de seguridad, o estaban controlados por la Policía, por la Guardia Civil o por los Servicios de Inteligencia españoles.
 
La presencia de agentes del CNI como Huarte o Safwan Sabagh como controladores de algunos de los sospechosos de los atentados y el conocimiento de que muchos de los imputados tenían sus teléfonos intervenidos o estaban siendo seguidos antes de aquel jueves negro ponían sobre la mesa la cuestión de si el 11-M había sido una negligencia colosal de aquellos servicios a quienes tenemos encomendada nuestra protección o si, por el contrario, podía existir una implicación de carácter local en la concepción, planificación, organización y ejecución de los atentados. El análisis del sumario realizado por los investigadores periodísticos ponía además de manifiesto que muchas de las supuestas pruebas que desde el principio se usaron para avalar la tesis de la autoría islamista podían no ser otra cosa que simples y chapuceras cortinas de humo, preparadas con antelación a los atentados. Así, por ejemplo, pocas dudas quedan hoy de que la famosa mochila aparecida milagrosamente en una comisaría de Vallecas jamás estuvo en los trenes de la muerte.
 
Si alguien tenía alguna esperanza de que los atentados del 11-M se terminaran olvidando, calculó mal la reacción de la opinión pública española. Aquella masacre ha tenido una influencia tal en nuestra sociedad que difícilmente puede llegar a pasarse página. La investigación no ha hecho más que empezar.
 
 
Luis del Pino

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