Una de las noticias más trágicas del año se produjo en pleno agosto. El día 16
morían 17 militares españoles, al desplomarse el helicóptero en que viajaban
en Afganistán. De repente la opinión pública recordó que España estaba militarmente presente en ese país, con tropas que se sumaban al esfuerzo aliado por instaurar una democracia en aquél país, como habían hecho las tropas españolas en Irak hasta su precipitada retirada. Eran cinco tripulantes del helicóptero de la base de "El Copero" en Sevilla y doce militares del regimiento "Isabel la Católica" de Pontevedra, perteneciente a la Brigada Ligera Aerotransportable. El presidente del Gobierno interrumpía sus vacaciones en Lanzarote y se desplazaba a Madrid a reunirse con el ministro de Defensa, José Bono. En aquellas horas Bono no descartaba la posibilidad de un
ataque.
Pero la posibilidad de que se tratase de una acción militar contra nuestras tropas no convenía en absoluto a un gobierno "con ansias infinitas de paz", como lo definió el presidente Rodríguez Zapatero, y con un ministro de Defensa pacifista, como Bono. Recordaría a los españoles que España se encuentra en Afganistán en una posición similar a la que mantenía en Irak, con la diferencia de que en aquél país las acciones de pacificación españolas no resultaron en ninguna baja de nuestro Ejército. Y se había ganado las elecciones acusando al anterior Gobierno de tener "las manos manchadas de sangre".
De modo que cuando aún faltaban muchos datos por conocer, al día siguiente de la desgracia, el Gobierno se decantó por la
tesis del mero accidente, de la que no se desprendería jamás. No era eso lo que decían algunos de los familiares de las víctimas. Una familiar y amiga de uno de los fallecidos desveló entonces que les habían explicado a los allegados que el primer helicóptero fue atacado, "vieron destellos y que efectivamente fue atacado por misiles o lanzagranadas, o lo que fuera". Esta persona, que ha querido mantener su identidad en el anonimato, ha apuntado en la cadena
COPE que les trasladaron que "el piloto del segundo helicóptero, al ver ese ataque, intentó dar la vuelta e irse de ahí como fuera para no ser atacado. Con los nervios, la rapidez y la presión, estaban a muy baja altura, no llegaba ni siquiera a los 20 metros de altura, intentó dar la vuelta y esquivarlo y dio con la hélice trasera en el suelo, que la reventó".
Un informe de la comisión de investigación del Ejército del Aire que analiza el siniestro de Afganistán apuntaría que el helicóptero chocó en un primer momento contra el suelo y se desplazó entre 40 y 50 metros antes de comenzar a arder tras una explosión. La Asociación de Militares Españoles no era de la misma opinión, y de hecho, cree que el Gobierno puede "estar tapando" la posibilidad del ataque. El teniente Navarro, que viajaba en el segundo aparato, explica para el diario El País que el día del siniestro había viento de cola: "Al sur de Herat siempre había viento. Desde que llegamos, en mayo, soplaba viento del norte". Ese día eran "de moderados a fuertes". Al ver que el otro helicóptero desciende, "se le pierde vista e instantes después se aprecia una columna de humo, el teniente explica que su piloto hace una maniobra de esquiva". El periodista pregunta: "¿Piensa que el otro helicóptero ha sido atacado?" Y responde: "Pienso que ha pasado algo". "Pero ustedes van en vuelo táctico precisamente porque temen que pueda producirse un ataque", le interroga. "¡Claro! Gira a la izquierda porque, si hay algún tipo de amenaza, está a la derecha".
Estas palabras del militar se producen a pesar de la imposición de una auténtica ley del silencio, ordenada por el ministerio. El 24 de agosto José Bono
comparece ante los medios para hacer un relato de los hechos en el que no hace ninguna aportación, aunque aprovecha la ocasión para insistir en la hipótesis del accidente y criticar al anterior gobierno por la Guerra de Irak. Un mes después, el 19 de agosto, comparecería ante el Parlamento con las conclusiones de un segundo informe, cuya única conclusión clara es que no se trataba de ningún ataque, que quedaba descartado. Pero añadía una nueva hipótesis que no se había atrevido a considerar antes: el "
fallo humano".
Pese a la ley del silencio, el padre de uno de los heridos en el segundo helicóptero, Gregorio Peñafiel, revelaría datos muy interesantes y que apuntan de nuevo al ataque como causa del derribo del helicóptero. Rafael, padre del militar, declaró: "Dos minutos antes exactamente pues se comunicaron los pilotos. Y dijeron que iba muy bien, que todo iba muy bien y allí no había viento ni había nada y es cuando ocurrió lo que llaman o lo que se hace llamar el accidente. O sea, el otro se estrelló; el otro no y mi hijo también dio contra la rocas. Y entonces vieron a dos árabes salir corriendo y entonces es cuando uno empezó a disparar". Luego añadiría que "no fue un accidente sino un ataque", Peñafiel dijo que “el Gobierno les ha pedido a los tripulantes del segundo helicóptero que no digan nada en relación con lo ocurrido”, y por ello, ha dicho “a mi hijo le tienen entre algodones”. Pero nada ha hecho cambiar de postura oficial a José Bono.