Anuario 2005 Libertad Digital
Sendero Luminoso siembra la muerte en Leganés


Las sospechas aterraban a parte del equipo médico del hospital Severo Ochoa de Leganés. El servicio de Urgencias registraba un número de muertes que no podría explicarse fácilmente. Un informe anónimo llega al consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid, Manuel Lamela, quien ordenó una “inspección exhaustiva” y releva al jefe del servicio de Urgencias del hospital, el doctor Luis Montes. Montes practicaba sedaciones a enfermos terminales. Y nada menos que nueve de cada diez acababan perdiendo la vida. Las comisiones de Mortalidad y Seguimiento del propio hospital de Leganés detectaron que en casi medio centenar de ocasiones se produjeron sedaciones no indicadas, excesivas o dudosas. No es de extrañar que los índices de mortalidad en el servicio de urgencias del Severo Ochoa triplican las estadísticas de otros centros sanitarios similares de la Comunidad de Madrid.
 
El comportamiento del doctor Montes fue siempre llamativo. Dormía en el propio hospital gran número de días, y exigía a los médicos a su cargo muchas horas de atención directa, en perjuicio de las que se podrían destinar a estudio o formación. Se creó una camarilla de fieles a sus convicciones, que recibió el nombre de "sendero luminoso".
 
La práctica de sedaciones en el servicio de Urgencias del Hospital Severo Ochoa de Leganés era conocida desde finales de 2001. No obstante, no se reunió la denominada "comisión de mortalidad" del hospital en el año 2002, cuando cambió la dirección del mismo. El equipo entrante también estaba al tanto de las sedaciones a enfermos terminales en Urgencias. Además, los documentos de consentimiento informado no eran habitualmente compulsados por la comisión de documentación del hospital. La dirección del hospital Severo Ochoa cambió en el año 2002. Pero tanto la dirección saliente como la que le sustituyó fue informada de la práctica irregular de sedaciones a los ingresados en el servicio de Urgencias considerados terminales.
 
El doctor Montes no trataba a los pacientes que llegaban a Urgencias. Pero no por su calidad de jefe del servicio, como se ha llegado a decir, sino porque su cualificación profesional como médico, con la especialidad de anestesista, no le capacita para ello. Sin embargo, comenzó a suministrar sedantes a ciertos pacientes, que él consideraba en situación terminal. Había facultativos que se mostraron extrañados, y luego reacios, a esa práctica.
 
Sin consentimiento informado
 
Por otra parte, los documentos de consentimiento informado –los que firman los pacientes o sus familiares para admitir determinado tratamiento– no eran compulsados regularmente desde mediados de 2004 por la comisión de documentación del hospital, según ha sabido Libertad Digital de fuentes del propio centro. Esta irregularidad administrativa no se debió a la “presión asistencial”, según las fuentes consultadas por este periódico, ya que tenía un carácter sistemático, y no puntual. Los documentos de consentimiento informado pueden ser por una simple comunicación oral, pero la ley exige que sean escritos en una serie de casos, y “en general, en la aplicación de procedimientos que suponen riesgos o inconvenientes de notoria y previsible repercusión negativa sobre la salud del paciente”, como el caso de las sedaciones.
 
Rafael Simancas, líder de los socialistas madrileños, denunció al saber la noticia que se trataba de "una supuesta práctica continua de eutanasia activa". Un mes después de lo ocurrido cambió de estrategia y exigió al Gobierno de Aguirre que presente "de manera inmediata" "pruebas fehacientes" de las "gravísimas acusaciones vertidas contra los profesionales del Hospital Severo Ochoa", que les sitúan como "asesinos en serie" o como "el Doctor Muerte". El doctor Montes fue siempre muy cercano al Partido Socialista.

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