Una sociedad que, mientras gravaba la palabra libertad en los frontispicios de sus templos laicos, asistía con indiferencia al patético espectáculo de masas ingentes desarraigadas y empobrecidas trabajando y viviendo en condiciones aún peores que las de los esclavos. Indiferente a la penuria y al sufrimiento de las masas desposeídas hasta de su propia dignidad. Impasible ante el espectáculo de mujeres embarazadas trabajando jornadas interminables en fábricas insalubres y a niños de ocho años bajando a la profundidad de las minas.
Una sociedad que como reacción engendró los totalitarismos de los gulap y los campos de gas.
Un sociedad que hoy sin rubor alguno afirma como derecho inalienable el asesinato del no nacido al que se le niega, socapa del derecho de la madre a decidir sobre su cuerpo, el que es sin duda el primer derecho de todo ser humano, el de vivir.
Sí. Esta sociedad, esta sociedad que es la nuestra, sin duda es el resultado histórico de aquella ruptura protestante a la que los españoles de los siglos XVI y XVII se opusieron decididamente liderados por sus hombres de estado, sus soldados, sus teólogos, sus filósofos, sus literatos, sus arquitectos, sus pintores… todos en fin. Españoles que, entonces sí, asombraron al mundo. No podemos decir lo mismo de nosotros mismos, de los españoles de hoy que se acomplejan o avergüenzan de lo que fuimos y ya no somos.
En lo filosófico, frente al teologismo escolástico propio de la Cristiandad, que buscó la unión de fe y razón; la Modernidad abraza la fe del antropocentrismo racionalista que reemplaza a Dios por el hombre y, frente a la fe que reputa superstición, afirma la razón como única verdad posible, la razón como dogma.
Un antropocentrismo racionalista que, con el paso del tiempo y por derivación consecuente, alumbraría las sucesivas corrientes filosóficas de la Modernidad, en ocasiones aparentemente contradictorias pero todas ellas deudoras de aquel antropocentrismo racionalista originario: empirismo, escepticismo, positivismo, subjetivismo, nihilismo, idealismo, nominalismo, existencialismo, vitalismo, marxismo, positivismo, postmodernismo…
Una sucesión de corrientes filosóficas que, desde la inicial afirmación del hombre como centro y medida del Universo, han devenido en una visión pesimista de un ser humano desarraigado, desintegrado, angustiado por una vida sin finalidad ni justificación, aislado en la compañía indiferente cuando no hostil de los otros. De esos “otros” cuya vida le es tan ajena e indiferente con a ellos la suya propia. El hombre de hoy.
Tanto por avatares dinásticos como por profundas convicciones religiosas forjadas durante ocho siglos de identificación popular con la fe católica, España se incorporó resueltamente en la defensa de la Iglesia Católica. No con actitud reaccionaria, sino crítica y reformadora. España lideró política y militarmente, sí, pero también intelectualmente lo que se calificó como Contrarreforma y que, en realidad, no fue otra cosa que la verdadera Reforma de la Iglesia Católica. Una Iglesia Católica que en el Concilio de Trento sale renovada, reformada, desprendida de la ganga adherida durante siglos de dejaciones y corrupciones. El Concilio de Trento, el Concilio “español”, marca la efectiva Reforma de la Iglesia Católica frente a la ruptura cismática protestante.
Una ruptura en lo religioso, sin duda, pero que no se limitó a su estricto ámbito sino que lo fue, inevitablemente, en el ámbito filosófico, económico y político. El resultado de la ruptura protestante fue, como indiqué al principio, la Modernidad.
En lo filosófico, frente al teologismo escolástico propio de la Cristiandad, que buscó la unión de fe y razón; la Modernidad abraza la fe del antropocentrismo racionalista que reemplaza a Dios por el hombre y, frente a la fe que reputa superstición, afirma la razón como única verdad posible, la razón como dogma.
Un antropocentrismo racionalista que, con el paso del tiempo y por derivación consecuente, alumbraría las sucesivas corrientes filosóficas de la Modernidad, en ocasiones aparentemente contradictorias pero todas ellas deudoras de aquel antropocentrismo racionalista originario: empirismo, escepticismo, positivismo, subjetivismo, nihilismo, idealismo, nominalismo, existencialismo, vitalismo, marxismo, positivismo, postmodernismo…
La Reforma protestante tuvo como resultado perdurable lo que se conoció y conoce como Modernidad.
La reivindicación del derecho a la libertad de conciencia individual fue para la Reforma protestante expresión de una profunda convicción en la misma medida que una necesidad estratégica. Frente al monopolio del Papado en relación a la interpretación de las Sagradas Escrituras era imprescindible alegar el derecho individual de libre opinión y conciencia.
Una reivindicación tan anclada en las convicciones del nuevo pensamiento que emergía, como en la conveniencia de los localismos nacionalistas que pretendían emanciparse de la tutela imperial amparada por el Magisterio del Papado.
Ah, Ammonio, no soy protestante, en primer lugar; y los matemáticos lógicos sí usan el modus ponens:
Si ocurre X entonces Y.
No ya es que se use, es que quizá sea la regla de inferencia que más se usa.
Es una pena, éste debate se vá a la mierda por hacer caso al payaso kolander, que ni es protestante ni le importa un bledo. Sólo quiere divertirse a costa de los demás, y lo ha conseguido.
Cualquie:
Bla, bla... hipótesis, bla, bla... no está demostrado, bla, bla.
Y una leche, lo que pasa es que rechacais la demostración porque contradice las escrituras, y no estais dispuestos a pasar por ello.
Los protestantes despreciais el método científico sin miramientos. El protestantismo no ha traido nigún progreso jamás. Ninguno.
El progreso, ya lo decía Weber, proviene de los malos protestantes, nunca de los protestantes. Pero claro, teneis la caradura de citarle sin haberle leído y luego os sacan las vergüenzas, después de habernos reído en vuestra cara.
Por cierto, en el foro matemático del que hablas no he encontrado ninguna discusión acerca del evolucionismo de las especies. A mi juicio, y a falta de otras pruebas empíricas, te has inventado tal discusión para camuflar tu desprecio por el método científico.
Kolander: yo no intrigo a nadie. Aquí Cualquie ya se ha retratado como lo que es. Faltas tú y Vidal.
Demuestra la superioridad cognoscitiva e intelectual de los protestantes: ¿Hay o no hay evolución de las especies?
Bueno, y para ser justos debo decir que como siempre me siento muy halagado con el absoluto protagonismo que me concedéis.
No obstante, os recuerdo que vuestro empeño primordial no debería ser vociferar ante mis mensajes, sino conseguir que alguien de fuste escriba defendiendo al catolicismo, en un medio puntero, y obviamente a cambio de remuneración.
Del lado católico sólo hay ladridos furibundos y acometidas despeluchadas en el hueco subsidiario destinado a las respuestas de los lectores.
Una circunstancia más bien penosa, la verdad.
Hale, a seguir bien. Saludos :-)))))))))))
Kola, te desinflas a ojos vista. La caverna es mucha caverna, amigo. Te lo dice uno que se metió allí a pecho descubierto y lidié con varios mihuras a la par, saliendo del trance con orejas y hasta con mejor rabo, y con propuestas para ligoteo, incluso obviando el cash a cambio.
Efectivamente todos creemos en santos, patas de conejos, sortilegios y conjuros, lo que ocurre es que los sortilegios, el hechicero, la pata del Cid, etc., unos lo atienden en un sitio y otros en otro, pero aquí no se salva nadie. Es bueno el aire divertido que esto ha tomado. Allí todo era del sentimiento trágico de la vida. Y podías acabar pegando tiros en el frente de Leningrado a las primeras de cambio, que al nuevo que entraba lo apañaban bien. Al Priede ese por lo que dice le dieron hasta en la etiqueta de Anís del Mono. Bueno, esto es lo que un lector quiere al hacer un comentario, distensión y sin acritú, como debe ser. Un saludo. Te concedo que los protestantes sois mas educaditos que los católicos. Al menos que los que somos católicos y ateos.
Ammonio: no recuerdo el post en el que Argentinator, uno de los principales moderadores del foro, matemático de prestigio, hablaba del modus ponens y de la teoría de la evolución; es un foro que tiene decenas de mensajes diarios o quizá centenas.
Es como yo te digo, no hay demostración, empíricamente hay que encontrar una especie que haya dejado de reproducirse con los de su antigua especie y se pueda reproducir con la nueva; es necesaria la doble condición, si no, no hay cambio de especie. Con lo que se tienen que dar mutaciones en varios individuos, de los dos sexos, en un mismo clan, en un mismo lugar, en un mismo tiempo histórico... Las probabilidades tienden a cero: y más teniendo en cuenta que no se han detectado ni conseguido artificialmente esa mutación durante siglos intentándolo, lo que pone de manifiesto que ese tipo de mutación, de existir, es muy improbable. No es bla, bla, si no es así, presenta una prueba de ello (algún enlace de la revista Nature, de Science o algún documento oficial, ¿cómo se llama esa hipotetica especie de la cual se ha observado su evolución en tiempo real? No existe, no la hay hasta el momento y las probabilidades matemáticas de que la haya son cero).