La traición
Por Víctor Gago


El triunfo del PP por mayoría absoluta en las Elecciones generales de 2000 y el relativo fracaso del bloque constitucionalista en las Elecciones autonómicas del País Vasco del 13 de mayo de 2001 fueron hitos de un cambio de ciclo en la lucha antiterrorista.

El PSOE, fuertemente presionado por su influyente aliado mediático y mentor doctrinal, el Grupo PRISA, ha ido desmarcándose paulatinamente de la esperanza de Ermua para entrar en una senda de apaciguamiento de ETA y de reconocimiento del sentido político de sus crímenes, como vía de recuperación del poder y de instalarse en él con ambición de perpetuidad, gracias al apoyo de fuerzas nacionalistas e independentistas.

El cambio de estrategia del PSOE sólo es perceptible con la perspectiva que da el tiempo. Mientras practicaban la retórica de la unidad de los demócratas frente al terrorismo, con iniciativas como el Pacto por las Libertades y contra el Terrorismo o su apoyo a la Ley de Partidos, el PSE negociaba con ETA-Batasuna, según se ha conocido recientemente, a raíz del proceso de negociación con los terroristas activado por José Luis Rodríguez Zapatero desde su llegada al Gobierno, en abril de 2004.

El punto de giro del PSOE puede documentarse en un artículo publicado en El País por Juan Luis Cebrián, consejero delegado de PRISA, el 14 de mayo de 2001, un día después de las Elecciones autonómicas del País Vasco en las que el bloque constitucionalista (PSOE y PP), pese a su indiscutible avance, no consiguió arrebatar la mayoría al bloque nacionalista-independentista. El relativo fracaso fue el pretexto utilizado para presionar a Zapatero, recién elegido secretario general del PSOE por una mayoría exigua, hacia un cambio de alianzas que ha derivado en la actual ruptura del Pacto por las Libertades y contra el Terrorismo, imagen elocuente del estado de desmoralización en el que se encuentra la lucha antiterrorista.

Zapatero recogió las velas de Ermua y desplegó, desde entonces, las del pacto con los nacionalistas y la negociación con los terroristas. El primer paso en la nueva estrategia fue apartar a Nicolás Redondo Terreros de la secretaría del PSE, a la que fue promocionado Patxi López, uno de los baluartes de la negociación con ETA, junto con Eguiguren, presidente del PSE, y el propio Zapatero. Una vez que el PSOE ha recuperado el poder gubernamental, la estrategia se ha acelerado, con iniciativas para dividir y desacreditar a las víctimas de ETA, o para excluir al PP de toda influencia en la política de Estado.

La esperanza nacida en Ermua ha sido traicionada. Ya lo era, incluso cuando el PSOE decía, en estos últimos años, defender la unidad de los demócratas, mientras no ha dejado de negociar en secreto con ETA-Batasuna, y en público con los promotores del pacto de Perpiñán y del Tinell. Echar al PP del sistema, poner en marcha una segunda transición cuyo objetivo es trazar un nuevo reparto del poder y del territorio, con la paz terrorista como señuelo para la Opinión Pública, son las claves del nuevo ciclo en el que nos encontramos.

El desprecio de Txapote y Amaia por su víctima, durante el juicio celebrado recientemente en la Audiencia Nacional, es el símbolo más elocuente de la traición de Miguel Ángel Blanco. La arrogancia de los asesinos, nueve años después, no está desamparada. La alienta nada menos que el Gobierno, decidido a pactar con los terroristas cualquier cosa que favorezca el poder de la mitad de España sobre la otra, y a hacerlo a costa de la memoria de Miguel Ángel Blanco y de mil muertos más.

Lea aquí el artículo de María del Mar Blanco Garrido, hermana de Miguel Ángel Blanco.
 



Introducción

El Crimen
La Esperanza
La Traición




TESTIMONIOS


María del Mar Blanco Garrido

Jaime Mayor Oreja

Gotzone Mora

Mikel Buesa

Santi Abascal

Federico Jiménez Losantos
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