Paleocomunista reconvertido en socialdemócrata. Otrora defensor del advenimiento revolucionario de la dictadura del proletariado, hoy partidario de la dictadura intervencionista del Sacro Estado Democrático. Paladín de la ilustrada y benefactora guía de la casta política asistida por sus nigromantes neokeynesianos. Desertor de una nefanda ideología mesiánico-milenarista, sin rubor alguno, el Sr. Domínguez imputa a quien pide basar las relaciones humanas en contratos libres y voluntarios sometidos al imperio de la Ley, el error de sacralizar la política, rasgo distintivo del fascismo, hermano del socialismo arrogantemente llamado científico y padre de la moderna socialdemocracia cleptómama de la que hoy mama tan distinguido economista.
El Sr. Domínguez se nos presenta ahora como un santón del realismo y pergeña diatribas contra quien ve en la libertad el principio fundamental del mundo en el que desearía vivir, motejando de utópico a quien orienta sus opiniones y propuestas hacia el objetivo de conseguir el mayor grado posible de la misma.
Acusa el Sr. Domínguez a los partidarios de la libertad de pretender resolver "los mil problemas de España" con "cuatro sencillas recetas desreguladoras", al mismo tiempo que prescribe la aplicación de una buena dosis de supercherías neokeynesianas, seguramente aderezadas con espectaculares fórmulas econométricas, que a modo de superestructura teórica dan cobertura a la nunca suficiente apropiación por parte del Estado Despilfarrador de la riqueza generada por personas y empresas.
Salvo por el pequeñísimo detalle de que no existe el nacionalismo español, más allá de su confrontación con el nacionalismo francés o alemán, que no con la región catalana o la vasca, o la andaluza.... Y salvo el detallito de que España, nuestra nación, es Don Rodrigo, Wamba, Vitiza y la RENFE. En todo lo demás tiene usted más razón que un santo y le ha quedado un estupendo artículo.
Dudo que se pueda escribir una columna con menos argumentos.
¡Anatema contra el colectivista, totalitario y estalinista García Domínguez!, ¡arda en el Infierno, achicharrado por llamas y rallos!, ¡a la hoguera con él! (se puede aprovechar la de Moa, que aún tiene algún rescoldo).
Pues sí.
Que cierren la Renfe.
Por qué PGD continúa insultando a los lectores de LD? Qué le hemos hecho para que nos trate así?
Por qué no lee (y si es posible entendender) a esos que llama despectivamente como "anarcolactantes" o "neo-dinamiteros", para conocer de primera mano lo que realmente dicen, y luego, sobre esa base, rebatir sus argumentos?
Este ejercicio (habitual en PGD últimamente) de primero crear una caricatura u hombre de paja inexistente, para a continuación, denigrarlo, a mí me resulta desagradable. Este tipo de cosas, es decir, la ignorancia de los temas a tratar, la desfiguración, la burla, la espera uno en cualquier medio menos en LD, sitio habitual de catedráticos y profesionales de prestigio, que dentro de sus posibilidades intentan ver la realidad de las cosas, y no simplemente aporrearlas, como hace PGD últimamente.
Reitero, mi crítica hacia los artículos de PGD es de forma, no de fondo (si lo tuvieran, que tampoco). Se acepta y respeta al heterodoxo, nunca al bufón.