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Las claves


La campaña electoral

Si las encuestas no se equivocan estamos ante las elecciones gallegas más reñidas desde la llegada de Fraga a Galicia en 1989. Los sondeos coinciden en situar al PP como partido más votado y con 36 escaños. La mayoría absoluta en el Parlamento de Galicia son los 38 escaños de un total 75, y al PP le será imprescindible alcanzar los 38 asientos en Santiago para poder gobernar, ya que las otras dos fuerzas que obtendrán representación parlamentaria, PSdeG PSOE y BNG ya han anunciado que pactarán para desplazar al PP del poder si logran sumar más escaños que los populares.

Por eso la campaña electoral para los comicios del 19 de junio cobra una gran importancia, máxime teniendo en cuenta que el PP tradicionalmente siempre ha logrado superar en las urnas los pronósticos que le atribuían las encuestas. En las elecciones de 2001 varios sondeos predecían que el PP podría perder la mayoría absoluta y finalmente logró 41 escaños. La capacidad del PP para movilizar su electorado y un Fraga entregado, a pesar de su avanzada edad, en la campaña electoral, podrían dar la vuelta a los pronósticos si bien es cierto que es la primera vez de la "era Fraga" que hay una percepción mayoritaria en la sociedad de gallega de que el PP podría perder el Gobierno.


Las ciudades



Las principales ciudades de Galicia se han convertido en los últimos años en el talón de Aquiles del PP. En las elecciones municipales de 1999 el PP perdía hasta cuatro alcaldías -Lugo, Pontevedra, Vigo y Ferrol- La Coruña y Santiago seguían en manos del PSOE y el PP tan sólo conseguía gobernar en Orense. Aunque el PP era el partido más votado en todas ellas, excepto en La Coruña de Francisco Vázquez, los pactos de Gobierno PSOE-BNG desplazaban a los populares del poder. En 2003 aunque por la desavenencias entre socialistas y nacionalistas se recuperaban las alcaldías de Vigo y Ferrol, la pérdida de apoyo de los populares se acentuaba en Santiago y en Lugo donde dejaban de ser el partido más votado a favor del PSOE. Actualmente el PP gobierna con mayoría absoluta en Orense y con mayoría simple en Ferrol y Vigo. La Coruña es gobernada en solitario por el socialista Francisco Vázquez; Santiago y Lugo tienen alcalde socialista con apoyo del BNG y en Pontevedra gobiernan los nacionalistas con el apoyo del PSOE.

Tanto las encuestas como la evolución del voto en las distintas convocatorias electorales confirman que desde 1999 el PP ha ido perdiendo apoyo en la Galicia urbana. Si esta tendencia se acentuase el 19 de junio el PP tendría muy difícil revalidar la mayoría absoluta, pero si los populares consiguen recuperarse en el ámbito urbano, sumado al masivo apoyo que recibirán del rural, Fraga conseguiría, con toda seguridad, su quinta mayoría absoluta.

El voto rural



El voto de las zonas rurales tiene aun gran peso en la configuración de las mayorías en Galicia. El PP se ha volcado en movilizar un electorado que ha sido su granero tradicional de votos en Galicia, y que le es imprescindible para poder revalidar la mayoría absoluta. PSOE y BNG lo saben y dan ya por perdido este electorado y tratarán de vencer al PP en las ciudades. El acto electoral de hace tres semana en Silleda (Pontevedra) donde más de 40.000 ganaderos y agricultores hicieron saltar las lagrimas de un Fraga emocionado por tan masivo apoyo simboliza la estrecha vinculación del PP gallego con el ámbito rural.



La boinas y los birretes



En el PP gallego conviven dos sensibilidades muy distintas que desde hace años se disputan el poder en el partido, a la sombra del incuestionable liderazgo de Manuel Fraga. Esta división fue bautizada hace años en la prensa gallega como las boinas y los birretes. Las boinas representan al sector rural del partido, que tiene una enorme fuerza por su capacidad de movilizar al electorado, pero con una visión de la política con ciertos tintes decimonónicos y clientelares, que han propiciado las denuncias de caciquismo procedentes de la oposición. El gran representante de este sector es José Cuiña que durante muchos años fue considerado el delfín de Fraga y ocupó la Consejería de Ordenación del Territorio y obras públicas, una gestión salpicada por numerosas acusaciones de corrupción. El ocaso de Cuiña llegó durante la crisis del Prestige cuando Fraga decidió su salida del Gobierno, tras un pulso con la dirección del PP nacional. Las "boinas" siempre han defendido mantener las distancias con Génova y la autonomía del PP gallego. El otro representante de este sector es José Luis Baltar, el líder del PP en la provincia de Orense, y que a finales de 2004 amenazó con una escisión de los diputados de esta provincia. La gran fuerza de Baltar es el apoyo electoral que tiene el PP en Orense, donde supera con creces el 50 por ciento de los votos. Francisco Cacharro Pardo, barón provincial en Lugo es el otro máximo representante.

Este peligro de escisión sigue latente y ese es el punto más negro de la gestión de Fraga que nunca ha querido abordar el problema de su sucesión, propiciando que la división interna en el seno del partido se haya acrecentado en los últimos años. Tras la última crisis provocada por la amenaza de escisión de Baltar, Fraga hizo una remodelación del Gobierno nombrando dos vicepresidentes, Alberto Núñez Feijoo, que representa a los birretes y es el preferido por Génova y Rajoy para suceder a Fraga, y Xosé Manuel Barreiro del PP de Lugo y más próximo al sector de las boinas. Con este parche Fraga trata de mantener las aguas calmadas en el partido, aunque una derrota el 19 de junio conduciría al PP de Galicia a una grave e irremediable crisis.

La alternativa



Los gallegos tienen claro que sólo hay dos alternativas posibles después del 19 de junio. O un nuevo Gobierno de Fraga, si éste obtiene la mayoría absoluta o un Gobierno de coalición entre el PsdeG PSOE y el BNG con Pérez Touriño en la presidencia de la Xunta.

Este modelo de Gobierno entre socialistas y nacionalistas se ha ensayado ya en varias ciudades gallegas con resultados dispares pero con una característica común la inestabilidad y el constante enfrentamiento entre los miembros del Gobierno de un partido y otro. El ejemplo paradigmático es Vigo. En 1999 el PP perdía la mayoría absoluta en Vigo y se formaba una Gobierno de coalición encabezado por el nacionalista Lois Pérez Castrillo en el que los enfrentamientos entre BNG y PSOE eran constantes. Los electores pasaron factura en 2003 y aunque el PP no lograba la mayoría absoluta recuperaba posiciones. El BNG del entonces alcalde Castrillo sufría un importante revés cediendo el segundo lugar al PSOE y así era investido alcalde el socialista Ventura Pérez Mariño, con el apoyo de los nacionalistas. Pero tan sólo unos meses después la coalición saltaba por los aires y Corina Porro del PP se convertía en alcaldesa, con mayoría simple, por la incapacidad de socialistas y nacionalistas de llegar a un nuevo acuerdo de Gobierno.

Manuel Fraga arrancaba el 2 de junio la campaña electoral advirtiendo del riesgo que supone una coalición "entre partidos que nunca se entendieron". Y es que el riesgo de inestabilidad en un Gobierno PSOE y BNG es percibido por una gran parte de la sociedad gallega pueda desquilibrar la balanza a favor del PP el próximo 19 de junio.


Reforma del estatuto



Desde la óptica de la política nacional un cambio de Gobierno en Galicia que aupase al poder a socialistas y nacionalistas supondría que la comunidad gallega podría sumarse al proceso de reformas estatutarias abanderado por Maragall en Cataluña y patrocinado por Zapatero en Moncloa, que supondrían una reforma constitucional de facto.

Aunque al abordar la hipotética reforma estatutaria todos los partidos la condicionan al consenso, la posibilidad de que Galicia, que también es una "nacionalidad histórica", se sume a al proceso iniciado por Maragall en Cataluña y defendido por PNV y la actual dirección del PSOE vasco pasa por una derrota del PP y un gobierno de coalición entre socialistas y nacionalistas. PSdeG y BNG han aparcado la reivindicación del nuevo Estatuto en las semanas previas a las elecciones para centrar su discurso en las críticas al autoritarismo y la edad de Fraga. Pero los nacionalistas condicionarán su apoyo a Pérez Touriño a una reforma estatutaria en la que exigirán que se reconozca a Galicia como nación, y apostarán por un escenario lo más rupturista posible con la Constitución española.


Plan Galicia



Desde la llegada del PSOE al Gobierno de España el enfrentamiento con la Xunta de Galicia ha sido constante por el denominado Plan Galicia. Este plan de infraestructuras fue comprometido por el Gobierno de Aznar, en compensación a las pérdidas originadas por el accidente del petrolero Prestige. La Xunta ha denunciado reiteradamente la suspensión de las licitaciones de obras contempladas en dicho plan. Esta confrontación ha mejorado sensiblemente las expectativas del PP en los sondeos, que en los meses de septiembre u octubre eran muy desfavorables. Incluso se ha barajado que esta ha sido uno de las razones que han llevado a Fraga a adelantar las elecciones, en contra de la costumbre del veterano presidente gallego.

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