Para ser creyente, bien mudo y pasivo ha estado mientras el gobierno al que pertenece ha desplegado un anticristianismo que recuerda mucho a los años 30 del siglo pasado por su radicalismo.
El hecho indubitado es que por menos, dos diputados regionales (PP y BNG) han presentado su dimisión mientras un ministro y vicepresidente actúa como si la cosa no fuera con él. A lo que se añade que a lo largo de casi una década ha sido el primero en exigir dimisiones a poco que se haya aventado alguna corrupción, falsa o cierta, en el PP.