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Legalidad disfrazada

La tarde del domingo 14 de octubre de 2001, la residencia del embajador de México en España fue escenario de una inusual ceremonia. Aprovechando que el presidente Vicente Fox realizaba una visita oficial a Madrid, sus asesores le programaron atestiguar la firma de un contrato por el cual el grupo PRISA (Promotora de Informaciones S.A.) adquiría el cincuenta por ciento de las acciones de la cadena de emisoras Radiopolis, de Televisa. Junto a la rúbrica de Fox –primer mandatario surgido de las filas de la oposición tras la derrota electoral del PRI que permaneció 71 años en el poder– quedaron estampadas la de Jesús de Polanco y Emilio Azcarraga Jean, heredero del poderoso consorcio mediático con presencia en la mayor parte de los países iberoamericanos.

En números, la alianza entre PRISA y Televisa significaba un desembolso de sesenta millones de euros por parte de los españoles. Cincuenta de ellos se destinaron a comprar la mitad de las acciones de las diecisiete estaciones de radio de la empresa de la familia Azcarraga y otros diez millones para la ampliación de capital. Con ese desembolso el consorcio español se asignó el derecho de nombrar director general de las estaciones que conforman Radiopolis en tanto que Televisa designaría al gerente del área. En la práctica, los mexicanos se encargarían de administrar las finanzas mientras que los españoles serían los responsables de los contenidos.

Por el acuerdo, las emisoras mexicanas se sumaron a Unión Radio, la entidad de PRISA encargada de gestionar el área radiofónica dentro y fuera de la península ibérica. De acuerdo con la página web del consorcio español, a la fecha Unión Radio "opera la mayor red de emisoras radiales en los mercados de lengua española". Su alcance, afirma, llega a los veintiocho millones de oyentes repartidos en España, EEUU, México, Colombia, Costa Rica, Panamá, Argentina y Chile. Para el caso mexicano, en la actualidad Radiopolis cuenta con 71 estaciones que cubren el noventa por ciento del 1.984.375 de kilómetros cuadrados que tiene el país norteamericano. Su cuota de mercado asciende al nueve por ciento del total nacional. Las principales estaciones incluyen a la W Radio (antes la histórica XEW), 40 Principales, Bésame Radio, Ke Buena y Estadio W. En su informe de resultados financieros de 2006, PRISA no especifica el monto de los beneficios obtenidos en México en lo que a radio se refiere.

En el acercamiento entre Televisa y PRISA participaron activamente dos viejos amigos: Felipe Gónzalez, ex presidente socialista, y el multimillonario mexicano Carlos Slim, con participación en el grupo mediático de su país. Slim decidió propiciar el crecimiento de la empresa de Polanco en América Latina para hacer frente a Telefónica, uno de los principales rivales de Telmex, su compañía insignia, en el mercado de la telefonía móvil en América del sur.

El convenio tuvo resonancia inmediata en el otro lado del océano Atlántico. Analistas mexicanos afirmaron que los colaboradores de Fox no informaron al presidente que el acuerdo podría ser ilegal. La Ley Federal de radio y Televisión de México establece que las empresas de radiodifusión solamente pueden ser propiedad de mexicanos. El acuerdo de 2001 se pertrechaba a un "refugio legal": la llamada "inversión neutra" incluida en la Ley de Inversiones Extranjeras para socios no mexicanos. Esa norma regula los derechos de extranjeros a recibir utilidades pero no a participar en decisiones donde se pone en práctica ese régimen. A siete años de distancia, la trayectoria de las emisoras de Radiopolis ponen de manifiesto que los directivos de PRISA, principalmente en lo que a espacios informativos se refiere, dan la última palabra.