San Diego, catástrofe

La zona del condado de San Diego ha sido una de las más afectadas por los incendios en el sur de California. Las autoridades mantienen abiertos 43 refugios para atender a los más de quinientos mil desalojados. Tan sólo en el estadio de los San Diego-Chargers (equipo de fútbol americano profesional), pernoctan más de doce mil personas. Los daños sobrepasan los La oficina de emergencias confirmó que unas 1.200 viviendas han sido pasto de las llamas, frente a las 1.300 que se han quemado en el resto de los seis condados amenazados por el fuego. Los daños calculados sobrepasan los mil millones de dólares (709 millones de euros).

Las autoridades han ordenado a los agentes del Departamento de Policía de San Diego y a los detectives fuera de su horario de trabajo que se mantengan en sus puestos para ayudar con las evacuaciones y demás emergencias asociadas con los incendios. En muchos casos, el trabajo de las cuadrillas por luchar contra el fuego se vio demorado porque estaban demasiado ocupados rescatando a residentes que se negaban a retirarse.

El aeropuerto de San Diego continua abierto aunque es preferentemente utilizado por personal de la Cruz Roja, de agencias de ayuda del Gobierno y periodistas. En las avenidas, el tráfico es casi inexistente, porque debido a las condiciones del aire, las autoridades han pedido que se lleve a cabo el menor número posible de actividades en el exterior de las viviendas. Asimismo, los habitantes empiezan a notar los síntomas del espeso humo que se traduce en picor de ojos, dolores de cabeza, y cada vez son más los que usan mascarillas en la calles.

Durante dos días, Malibú, el extenso enclave entre las grandes ciudades de San Diego y Los Angeles, se vio seriamente amenazado por la sequedad del terreno y por los fuertes vientos en Santa Ana que rugían por los cañones de California. Las llamas consumieron unas novecientas hectáreas y destruyeron al menos diez edificios, entre ellos unas histórica casa-castillo Kashan, propiedad de la filántropo Lily Lawrence, y una iglesia presbiteriana. Entre las casas que fueron desalojadas se encuentran las del director de cine estadounidense James Cameron, la cantante Olivia Newton-John y los actores Ryan O'Neal y Victoria Principal. También estuvieron en peligro las de los actores Mark Hammill, Sean Penn o David Duchovny.
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