Saludo con admiración y afecto a los compañeros de Libertad Digital en el décimo aniversario de un periódico en el que yo navego todos los dÃas. En una profesión cada vez más controlada por el Gobierno o los poderes financieros, este galeón de piratas liberales –liberales suelen ser los corsarios– no ha encontrado el tesoro, pero ha sobrevivido a tres convulsas legislaturas, convirtiéndose, en la plataforma de Libertad Digital y esRadio, un grupo de comunicación que en torno al periódico se ha ido creando, y que jode a mucha gente; tengo la impresión de que no le gusta ni al Rey, ni al Alcalde, ni al Gobierno, ni a Ferraz, ni a Roma ni a Génova.
Los periodistas que hacen Libertad Digital, donde está refugiado mi amigo Federico Jiménez Losantos, están advertidos de que vale más lanzar una piedra que una palabra, y de que el que escribe se proscribe, sobre todo si da la vara a los que mandan, pero ellos siguen los caminos de la libertad cuando es casi inconcebible la independencia de criterio o la ausencia de pesebre. En este aniversario les doy la enhorabuena y les recuerdo aquello que nos advirti� Marcel Brion: la libertad no es otra cosa que el ejercicio del juicio y la facultad de elegir en toda circunstancia lo que uno cree mejor.
La libertad es en esencia el derecho a cambiar de ideas si �stas se reconocen como falsas. Es el derecho a rechazar la disciplina de los partidos. Es el mejor privilegio del ciudadano, y especialmente del periodistas y una garantÃa de su verdadera individualidad.
De acuerdo con los sondeos, una de las pocas profesiones valorada como inferior a la de los polÃticos es la profesi�n de periodista. La mejor valorada es la de los bomberos; el prestigio de los periodistas est� al nivel de los vendedores de coches. Bonafoux la incluÃa entre las cuatro profesiones de la "pe": putas, polÃticos, polic�as y periodistas. Lo peor del periodista es que sin quererlo y a veces sin saberlo, termina escribiendo al servicio de alguien. Alguien dijo que la prosa polÃtica en los medios era el cristal de la ventana, que si estaba limpia, permit�a que los ciudadanos pudieran observar a sus gobernantes y defin�a a los periodistas polÃticos como limpia cristales de la libertad. La simbiosis entre polÃticos y periodistas surge porque ambos est�n en el negocio de la persuasión del votante y del elector/telespectador. Los polÃticos exigen mansedumbre y el debate polÃtico se reduce a dos pandillas de periodistas: unos con la camiseta del PP y otros con la del PSOE. Es dif�cil permanecer en esta profesi�n fuera de de esas bander�as, donde cada fuerza de choque emplea la demagogia para defender sus siglas y no ven nunca nada bueno en las del adversario. Vivimos una creciente dominaci�n de la polÃtica por parte de los medios y es muy importante que haya periódicos y emisoras de todas las tendencias y todas las leches para ensanchar el campo de la libertad, cada mes más amojonado y acojonado.