Famélica debe estar la música española cuando se sigue alimentando de grajos como este.
Espejo de la España más burda, soez, ordinaria y políticamente de tan mal gusto. Espejo de esa España "progre" que no es, sino esa España rancia, cainita y envidiosa. Esa España desagradecida, mal hija de su historia, que se avergüenza de sus padres y no se avergüenza de la mezquindad y cobardía de sus hijos.
Sujetos como este son los que se esconden en mi casa cuando viene alguna visita.
Este cantamañanas con la hiel siempre a flor de piel, el rencor como fulgor y la necedad satisfaciendo su personalidad.
Perfecto giliprogre. De ahí la devoción que despierta entre los de su subespecie.