Querido Don Federico:Llevo siguiéndolo desde el año 83, cuando lo ví en un programa de televisión que presentaba el engolado Jesús Hermida. La gente ponía unas caras muy raras cada vez que usted manifestaba su opinión, pues en aquella etapa de euforia socialista usted era ya una especie de mosca cojonera que incomodaba a los que en aquel plató competían en la loa y el incienso a los que nos gobernaban. Desde entonces, no dejé de seguirle la pista y he de decirle que coincido con usted en lo fundamental de sus creencias políticas y en la manera en que las defiende. El hecho de que usted fustigue con vehemencia, y con frecuencia con agudo e ingenioso sarcasmo, la corrupción, la doblez, la deslealtad y el comportamiento demagógico de algunos políticos españoles, lejos de parecerme crispador, irrespetuoso y fomentador de odios, lo estimo salutífero en una sociedad anestestesiada y aturdida por la prosperidad sobrevenida (gracias a la política económica de Aznar/Rato) y la manipulación mediática.
Ánimo y adelente. Este es el deseo de alguien que militó en el PSOE y que, una vez descubierta la naturaleza totalitaria de esta formación política, apuesta sin dudar por la unidad de España, garantía de libertad y prosperidad de sus ciudadanos.