Estoy de acuerdo en lo que dice, pero deja usted algunas raíces en el tintero. El Rey debió haber leído las cartas que se cruzaron Franco y Don Juan. Si lo hizo no las entendió, porque enmendando lo que usted dice, el pueblo no es que estuviera o no por la reforma. Estaba con el Rey, y estaba con el rey, porque Franco lo pidió en su testamento político.
SM acepto un sistema caduco, retrotrayéndose cuarenta años y abriendo las puertas en él a los sempiternos enemigos de España como han sido, desde su fundación, los partidos segregacionistas y la izquierda marxista.
El resultado final es una Jefatura del Estado sin responsabilidad e irresponsable, sin la menor capacidad de arbitraje en el rifirrafe sectario y unos partidos políticos que han impregnado las Instituciones provocando el mayor desastre moral, económico y social de la historia, donde la corrupción se ve sin asombro y se acepta con normalidad.
No olvide usted en su libro, tampoco, a las jerarquías eclesiásticas que también constituyen parte de esas raíces del mal.
solamente un buen diagnóstico hace posible la curación y hasta ahora criticar la Santa Transición ha sido un tema tabú.
Sin embargo los años que siguieron a la muerte de Franco pusieron en evidencia todo lo peor de la clase política española: oportunismo, ambición desmesurada sin atisbos del mínimo patriotismo, descaro y corrupción galopantes, etc.
La descomposición política que había hecho posible la guerra civil del 36 y el franquismo posterior volvio a ponerse en marcha. Mientras Pujol compraba silencios y apoyos con todos los medios y se saltaba impunemente la Constitución, mientras los nacionalismos emergían hasta en sitios absolutamente inconcebibles, la clase política se felicitaba de lo bien que había salido la Transición. Hace un par de noches en un programa televisibo La pepera Sanchez Camacho se felicitaba de esa transición "...que nos ha `permitido llegar hasta donde estamos..." ¿dónde estamos?
Esta es la gran pregunta y un servidor que vivió esperanzado los años del postfranquismo cree que, políticamente, estamos ahora mucho peor que estábamos en 1975.
Con estas maniobras autonomistas que nadie deseaba en 1975, y que creo se propiciaron paraq distraer a esta clase política infame se ha conseguido que la bandera republicana siga en los armarios envuelta en naftalina, pero algún día emergera con más fuerza que nunca...
¡Qué análisis más acertado y qué visión de la transición más atinada! Ahora comprendo mejor la situación actual. Espero con expectación la publicación de su anunciado libro sobre aquella época no lejana de España.
Comparto la opinión de que el problema de Expaña se estableción con la prostitución del 78 y desgraciadamente, veo muy difícil arreglarlo. Es curioso que de manera autoritaria y en apenas 3 años, sin comerlo ni beberlo, sembraron todo lo que ahora recogemos, sin apena oposición y de espaldas al pueblo, que no acostumbrado a lidiar con la clase política, creían que lo que estaban haciendo era algo bueno por ellos...
Estoy impaciente por que salga ese libro porque creo que será fundamental leerlo. Eso sí, prepárese para la lluvia de improperios, porque atacar a la constitución y a la transición es algo incorrectísimo, aunque cada vez más gente se da cuenta de que el sistema no funciona bien.