El homosexual razonable no hace de su condición sexual el centro de su vida, acepta su realidad si cree que no puede cambiarla, y la lleva con discreción, ya que se trata de un asunto íntimo, como debieran hacer también los heterosexuales.
Pío Moa
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juancaro dijo el día 16 de Julio de 2010 a las 22:13:
Siempre he tenido el convencimiento de que fenómenos como la homosexualidad, la zoofilia o la pederastia (todos ellos tienen en común su íntima relación con el sexo), son trastornos del ser humano y no pueden considerarse conductas normales.
La APA (Asociación de Psiquiatría Americana) así lo sostuvo hasta los años 70 del siglo pasado en el que en un polémico (votó a favor un 58% de los presentes pero no estaban presentes ni la mitad) congreso de 1973 retiró la homosexualidad de la DSM (Manual de Diagnóstico de los trastornos mentales).
Este primer triunfo del lobby gay se consagró en 1990 cuando la OMS (Organización Mundial de la Salud) también retiró de su lista de enfermedades mentales la homosexualidad.
En ambos casos prevalecieron los criterios políticos e ideológicos sobre los científicos.
Todo ello no quiere decir que abogue por ningún tipo de castigo o estigmatización de los homosexuales. Considero que la inclinación sexual del individuo es uno de los factores más íntimos del mismo y que debe protegerse a toda costa siempre que esa inclinación no dañe a terceras personas o seres indefensos (p.e., menores de edad). Exactamente lo mismo que sería aplicable a un heterosexual.
La insistencia de retirar de lo estrictamente privado e íntimo la actividad sexual, es la patología
que manifiestan los individuos afectos al lobby gay.
Siempre he tenido el convencimiento de que fenómenos como la homosexualidad, la zoofilia o la pederastia (todos ellos tienen en común su íntima relación con el sexo), son trastornos del ser humano y no pueden considerarse conductas normales.
La APA (Asociación de Psiquiatría Americana) así lo sostuvo hasta los años 70 del siglo pasado en el que en un polémico (votó a favor un 58% de los presentes pero no estaban presentes ni la mitad) congreso de 1973 retiró la homosexualidad de la DSM (Manual de Diagnóstico de los trastornos mentales).
Este primer triunfo del lobby gay se consagró en 1990 cuando la OMS (Organización Mundial de la Salud) también retiró de su lista de enfermedades mentales la homosexualidad.
En ambos casos prevalecieron los criterios políticos e ideológicos sobre los científicos.
Todo ello no quiere decir que abogue por ningún tipo de castigo o estigmatización de los homosexuales. Considero que la inclinación sexual del individuo es uno de los factores más íntimos del mismo y que debe protegerse a toda costa siempre que esa inclinación no dañe a terceras personas o seres indefensos (p.e., menores de edad). Exactamente lo mismo que sería aplicable a un heterosexual.
La insistencia de retirar de lo estrictamente privado e íntimo la actividad sexual, es la patología
que manifiestan los individuos afectos al lobby gay.