Hasta donde yo se, la simple ostentación de simbología Nazi, está prohibida en toda la Unión Europea.
De otro lado, y como un hecho aparentemente inconexo, el Islám es una religión extremista y totalitaria que entre otras cosas, preconiza la guerra santa a los infieles.
Doy por sentado que somos liberales y que todo el mundo tiene derecho a practicar su religión con libertad. ¿Pero qué tal si mañana se me ocurre fundar una religión de ideología Nazi que entre otras lindezas preconizara la guerra santa contra gitanos, negros Judíos y otros?
Por cierto, para solventar los remordimientos de los que distinguen entre Musulmanes moderados y radicales -yo prefiero denominarlos respectivamente malos y buenos Musulmanes-, mi religión tendría dos facciones: la de los moderados y la de los radicales o de pata negra. De esta forma, cada vez que se topasen con uno de mis "fieles", estarían muy ocupados mientras deciden si son galgos o podencos. El final de la historia creo que ya la conocen algunos.
Francisco Velasco escribe: CORÁN
Guerras, no. Guerras por extensión, tampoco. Guerras por determinante, ni una. La guerra es siempre un mal que, rara vez, puede ser necesario. Muy rara vez.
Especialmente execrables resultan las llamadas, tristemente, guerras de religión. En nombre de un dios, se mata a seres humanos. Nada más falso, más demagógico y más criminal. En nombre del Dios, con mayúsculas, no cabe la guerra. Pero ahí están. Impelidas y materializadas unas veces por cristianos, que toman en vano el nombre de Dios y otras veces, iniciadas y ejecutadas por musulmanes que interpretan, a su antojo, el nombre de Ala´. En todos los casos, los seres humanos hacen del dios su paladín particular, su ariete celestial que barre en la tierra a todos los enemigos. Ese dios se pone de una parte. Habráse visto sandez.
En este sinsentido espiritual, en esta pantomima moral y en tamaña estupidez cívico-política, suele darse con frecuencia una paradoja. Los más antibelicistas de boquilla suelen ser los mayores detractores de la religión. Como si quisieran atribuir a la religión la causa de todas las guerras. Si la grandeza de su capacidad de análisis se cimenta en la confusión mental entre causa y excusa, los estados han caído en poder de mamarrachos que se hacen nombrar reyes, ministros, triunviros, césares o dictadores. Igual da que alcen el pendón republicano que el estandarte democrático. Un cretino no deja su condición por declararse de una religión o de otra, incluso ateo o agnóstico, como el dirigente incapaz lo es por sí mismo, sin necesidad de ponerse al mando de ejércitos armados o de tropas de oenegés turísticas. La estupidez no tiene límite.
Ahora resulta que éramos pocos y parió la abuela. He aquí que un descerebrado infunde ánimos a sus conciudadanos para quemar libros del Corán. Corán, libro sagrado. Sagrado para los musulmanes, pero también, por el respeto que se les debe, para todo el mundo. Como lo es la Biblia. Como lo puede ser el compendio de tradiciones, creencias y religiosidad en el que un pueblo deposita su fe.
He mantenido, con cierta insistencia, la idea de discernir conceptualmente el respeto de la tolerancia. Sostengo que la tolerancia es una virtud entre desiguales. En cuyo caso, si nos referimos, de entrada, a un mundo desigual, cuán tan bajo estaremos que hacemos del infinitivo tolerar un sustantivo ético. Subrayo, por el contrario, la importancia del respeto. Constituye la apoteosis de la igualdad de las personas aunque habiten territorios distintos, desarrollen economías antitéticas o pertenezcan a etnias históricamente alejadas. El respeto no hace iguales a los seres humanos porque la igualdad no es uniformidad. Lo especificativo del respeto se refiere a las relaciones entre los hombres y mujeres cualquiera que sea su sexo, religión, ideología o lugar de nacimiento. Ahí empieza, y ahí acaba, la erradicación de las discrepancias y de los conflictos que acaban en guerras inútiles. Ahí termina.
Quienes zahieren las religiones, quienes coartan la libertad de culto, quienes confunden, a sabiendas, aconfesionalidad con laicidad, son los malvados de la película. Se ponen a la altura de los incendiarios del Corán y de la Biblia. Utilizan las religiones para abrir brechas y no para cicatrizar heridas. Los dioses no quieren la guerra. Sí la paz. Y la prosperidad que de ella proviene.
Un saludo.
No sólo hay que quemar el coran sino a todos los islamistas, es un cáncer maligno para la humanidad.
Si por encontrarles una "Biblia para Niños" fueron asesinados cuatro o cinco misioneros hace muy poco en un país musulmán, quemar libros del Corán parece una insignificancia.
Personalmente, no soy partidario de quemar ningún libro. Ni siquiera los "prohibidos" (¿por quien?), pero a veces el hartazgo de algunos de que restrinjan su libertad hasta asesinar a compañeros suyos, no debe quedar sin respuesta.
Entiendo que este hombre haya optado por una decisión que si bien inicialmente no comparto, desde luego, entiendo. AL menos no está tomandose el "ojo por ojo" asesinando también a cuatro o cinco musulmanes. Mientras se quede en eso sólo...
El fuego purifica...
A decir verdad, quemar el Corán, la Biblia (¿por qué no?) o un libro cualquiera de la temática que sea es de nazis ... me explicaré: si analizamos la Historia de la Humanidad, una de las primeras cosas que hicieron los nazis fue precisamente asaltar las librerías y hacer una hoguera con los libros escritos por judíos, comunistas, etc. ...
y un siglo antes, ya lo profetizo el también alemán Heine: "Allá donde se quemen libros, algún día se quemarán hombres" ...
Profético, ya que de aquella quema de libros, se acabaría pasando a los hornos crematorios ...
Resumiendo: si un libro no me gusta, lo tiro a la basura, o mejor aún, como buen ecologista, lo tiro al contenedor de papel para que lo reciclen ... Pero quemarlo ... JAMÁS.
Señores, podemos tener las opiniones que tengamos sobre el Corán o el Islam. Pero si somos liberales, debemos respetar la libertad de los demás, incluidos los musulmanes. Eso implica estar en contra de la quema de Coranes.
Cada cual tiene el derecho de ser libre, y el deber de respetar la libertad de los demás. Los musulmanes tienen el deber de respetar la libertad de cristianos y occidentales, pero también nosotros debemos respetar a los musulmanes. Sobre todo si somos cristianos.
Anda que el tontolaba del general Petraeus cagándose pata abajo porque un tio queme un libro.Este general americano parece un oenegista español de los de mucha solidaridad con los niños,mucha solidaridad con los desfavorecidos,mucha solidaridad con las mujeres,pero a la primera que ven el peligro le sueltan los millones de euros a quienes matan a sus solidarizados.
Personalmente restringiría la entrada de musulmanes y expulsaria a los existentes en este pais, pero eso de quemar libros me parece que no hace sino dar alas a los salvajes. De la misma forma que no me parece correcto la gratuita falta de respeto hacia el cristianismo, tampoco me parece adecuado quemar algo, que per se, ya se quema el solo con su mera lectura.
En el Corán, tanto se respalda la ausencia de violencia como el empleo de ésta, dependiendo de la shura que se lea.
Pero, tampoco debemos olvidar que si vamos a libros que difundan el odio, en el Antiguo Testamento vemos ejemplos claros como cuando Phineas, nieto de Aaron, atravesó con una lanza a un hebreo y a una midianita mientras copulaban, acto que fue del agrado de Yahve... y no por ello vamos a quemarlo, ¿no?
Evidentemente ahora mismo, hay dementes que se inmolan con el corán en la mano y no hay nadie que lo haga con el Levítico en el pensamiento, pero no hagamos como los nazis
El corán no es más que la fantasía de un cazurro demente y salvaje no veo nada de malo en quemarlo sobre todo cuando en su nombre se han asesinado a tantos millones de personas desde la maldita éjira