Más que el hecho de que el Gobierno prosiga en su radical huida hacia adelante, lo que llama la atención son las cotas de burla y desfachatez con la que lo hace

El PSC-PSOE de Maragall y Rodríguez Zapatero ha corrompido el sistema de las cajas de ahorro, tutelado desde la transición democrática por los partidos políticos bajo estrictas condiciones de neutralidad política en la gestión y en la política crediticia

El adversario queda excluido, una vez ha sido convenientemente estigmatizado, bestializado, cosificado, amedrentado, acorralado y silenciado. No estamos ante un conflicto político más. Nos estamos jugando la libertad

José Luis Iglesias Burgos (Madrid) cuenta una bonita historia a propósito del “problema catalán” (...)

Si en vez de insultar, los del PSOE se leyeran el informe de 39 páginas renunciarían a la imposible enmienda del Estatut y lo devolverían a su origen. Es inconstitucional “de cabo a rabo”

Bargalló ha enseñado la patita, sólo la patita de los que quieren postrar a Cataluña bajo la bota del nacionalismo totalitario. Eso es lo que ahí, y lo demás son fábulas infantiles

La cosa, desde luego, no está para bromas porque esas alegrías se pagan caras. Es lo que ha venido a decir el gobernador del Banco de España, Jaime Caruana, en su reciente comparecencia ante la Comisión de Presupuestos del Senado

En el fondo, para Peces-Barba las víctimas del terrorismo son simples peones en la fantasmagórica lucha que el socialismo español sigue empeñado en mantener con una derecha que sólo existe en su imaginación

Al presidente de Gobierno español le sucede lo que a algunos cineastas, que no paran de criticar y condenar el cine americano, pero que se mueren por que les otorguen un Oscar

valga decir que comparto la acertada crítica de Houellebecq a una civilización, la europea, sin pulso

La política del gobierno Zapatero ha creado una gran incertidumbre entre los españoles, lo que explica su escalofriante pérdida de popularidad

A los socios del Real Madrid no les importa si será el guaraná o el Guaraní, esos problemas tiene que resolverlos Luxemburgo, que para eso cobra. Y el caso es que, lejos de convertirse en una solución, Vanderlei se ha convertido en una auténtica rémora