El PP ha elevado este fin de semana la temperatura de su campaña electoral y el nivel de su confrontación con el PSOE. Los populares no sólo han empezado a utilizar las enormes posibilidades que les brinda las últimas "ocurrencias" de marketing político del PSOE, sino que también han puesto todo el dedo en la llaga en cuestiones de fondo, como es el desbarajuste programático que ofrece el PSOE en cuestiones tan esenciales como la estabilidad institucional, la política exterior, el terrorismo, la política económica o la unidad de España.

Una de las prerrogativas irrenunciables de la soberanía nacional es el ejercicio pleno de las funciones como Estado de un país y la obligación de los demás Estados de aceptarlo.

Un grave despropósito es identificar a la izquierda española con Giner de los Ríos y la Institución Libre de enseñanza. Y una hipérbole destrabada es derivar el antiespañolismo de la izquierda de un supuesto antiespañolismo de Giner.

La cosa está clara, por supuesto: más dinero a las ONG, más impuestos y menos prosperidad. Los directores de Amnistía Internacional, Greenpeace y Oxfam han descubierto la solución para la pobreza: darles más dinero ajeno ¡a ellos!

Mientras los españoles andábamos distraídos con el redivivo debate sobre las armas de destrucción masiva, las mentiras y verdades de los dirigentes de las Azores y lo que dijeron y no dijeron los socialistas al respecto, en el mundo real pasaban cosas importantes que apenas captaban nuestro interés.

Lo mejor del programa económico de los socialistas es que no es socialista; y lo peor, que acabaría siéndolo si lo aplicasen ellos.

María Porto, directora de la galería Marlborough en España, tuvo que soportar durante más de tres horas las impertinencias de un reportero del programa “¡Aquí hay tomate!”.

Aún sin cicatrizar las heridas provocadas por el estrepitoso fiasco de la fusión entre AOL y Time Warner, se plantea un nuevo matrimonio mal avenido.

Según el tópico, a los catalanes nos asiste la virtud del seny. No lo crean. Se trata de una excusa para no prestar dinero y, de paso, quedarse uno convencido de que hace lo correcto.

Hay algunos temas en los que el “pensamiento único” domina de tal modo que apenas se generan opiniones contrarias y críticas.

María Porto, directora de la galería Marlborough en España, tuvo que soportar durante más de tres horas las impertinencias de un reportero del programa “¡Aquí hay tomate!”.

Así titula Thomas Sowell una excelente columna, en la que desbroza todas las cuestiones accesorias que actualmente enmarañan el problema central de la guerra de Irak y en las que la izquierda basa sus razones para seguir oponiéndose a la liberación de aquel país.

A pesar de que el problema de la violencia doméstica parece que no se resuelve, es al contrario, cada vez hay más apoyo social a lo que antes sólo era un problema familiar, íntimo, que era mejor que no saliera del ámbito doméstico.