Como ya ocurrió el pasado año, la Academia ha dejado en un segundo plano al cine y, en tiempos electorales, ha hecho su campaña particular con un apoyo, disfrazado de defensa de la libertad de expresión, al director Julio Medem. La
triunfadora ha sido Icíar Bollaín; la puesta en escena de la
gala, más que discreta.