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Zapatero acudió a la logia masónica de su abuelo tres días antes de aprobar la Ley de Memoria Histórica

Los periodistas Isabel Durán y Carlos Dávila presentan este lunes, en conferencia de prensa, su libro La gran revancha (Temas de Hoy, 2006) que lleva por subtítulo La deformada memoria histórica de Zapatero.  En esta obra, desvelan documentos que desmontan la versión de José Luis Rodríguez Zapatero sobre su abuelo, el capitán Lozano,  documentan su pertenencia a la Masonería y prueban las vinculaciones del presidente del Gobierno con la logia leonesa en la que participaba su abuelo con el apodo de Rousseau. La edición incluye un prólogo de Stanley G. Payne y llega a las librerías este martes.

(Libertad Digital) Asegura Stanley G. Payne que “frente a mitos políticos, Durán y Dávila presentan un estudio riguroso y un análisis objetivo e incisivo” y que el libro “tiene una gran importancia en este momento”.
 
Para el especialista norteamericano  "mantener la libertad de la expresión y el estudio objetivo, no político, de la historia son aspectos indispensables de la democracia”. Esta obra, en su opinión, es “una contribución de máxima importancia para sostenerlos y comprender lo que está pasando en España en esta hora de su historia”.
 
El volumen descubre, por vez primera, la deformada historia familiar del presidente del Gobierno, la figura conscientemente maquillada de su abuelo, y se adentra en las claves personales del Rodríguez Zapatero, convertidas desde su llegada a La Moncloa en motivaciones para las reivindicaciones guerracivilistas. La exhaustiva investigación sobre el abuelo de Zapatero desmonta sin ambages la versión oficial de toda una biografía construida desde la exaltación y el sectarismo.
 
El abuelo “agente doble” y masón
 
Los autores sacan a la luz por vez primera el expediente sancionador abierto contra el capitán Juan Rodríguez Lozano incoado por la justicia militar por ofrecerse en secreto a escribir y pasar información a Julián Zugazagoitia, político y director de El Socialista.
 
El abuelo del presidente era considerado agente doble por el ejército de la República y por tal motivo es apartado de la carrera militar a pesar de los inestimables servicios prestados a la República en la dura represión contra los mineros sublevados por el PSOE y la UGT de Asturias, en la que participa como segundo de a bordo del coronel La Fuente Valeztena en la toma de los pueblos de Ronzón, Ujo, Pola de Gordon y Mieres.
 
Se reproducen de manera fidedigna los documentos que demuestran que el abuelo Lozano fundó y fue miembro activo de la logia masónica Emilio Menéndez Pallarés n.º15, de León. Cuestión ésta que no tendría mayor trascendencia de no ser porque al lugar donde el capitán Lozano celebraba las tenidas masónicas semanales de su logia acudió en julio de 2006 Rodríguez Zapatero. Lo hizo en su calidad de Presidente del Gobierno para inaugurar la casa museo propiedad de la Fundación  Sierra-Pambley, tres días antes de que el Consejo de Ministros aprobara el polémico proyecto de ley de Memoria Histórica.
 
Lo que ni La Moncloa ni, por supuesto, la propia fundación difundieron es que el inmueble y la aparentemente irrelevante institución filantrópica son la sede de la Logia en la que el abuelo Lozano se convirtió primero en “aprendiz” y luego en “compañero” masón.
 
Monumento al soldado ausente
 
El libro responde a diversas cuestiones hasta ahora ocultadas por Zapatero, como el hecho de que acuda en fechas puntuales a la que fue la cárcel de su abuelo, fusilado por los nacionales, coincidiendo con conmemoraciones atávicas y secretas familiares.
 
En su empeño de falsear la historia de España de manera sectaria y tergiversada. el presidente ha erigido un monumento a su abuelo en el lugar del frente republicano al que el capitán Lozano nunca se incorporó.
 
En efecto, el 8 de septiembre de 2001, un año después de ser nombrado secretario general del PSOE, Zapatero erige en Araya de Luna un monumento a la figura del capitán Lozano en la que descubrió una placa que reza textualmente: “Homenaje a la dignidad. Muero inocente y perdono, mi credo fue siempre un ansia infinita de paz, el amor al bien y mejoramiento social de los humildes. Capitán Lozano 1893-1936”.
 
La inscripción alude al párrafo más significativo del testamento Lozano que también citó Zapatero el día de su investidura como presidente del Gobierno. Lo cierto es que Lozano jamás acudió al lugar del frente republicano donde Zapatero levantó el monumento y del que se encontraba apenas a seis kilómetros cuando estalló la guerra. En su lugar, acudió a la capital leonesa, tomada ya por los nacionales, donde fue detenido, encarcelado y fusilado en agosto de 1936.
 
Icono del resarcimiento
 
Zapatero ha pretendido situar a su abuelo como un icono de toda una generación perdedora y maltratada a base de falsear de manera consciente incluso su propia historia. Y por ende, el jefe del Ejecutivo, que se autodefinió como “el presidente rojo” ha  resucitado con una agresividad inusitada un equivocado, falaz y sectario revisionismo histórico, tan tergiversado como el de su propia historia familiar.  
 
La Ley aprobada por el Ejecutivo de Zapatero termina con la aspiración de la Transición de no utilizar la Guerra Civil en la contienda política. La utilización parcial y partidista radical del presidente del Gobierno busca de manera consciente la criminalización de una parte de España, el centro derecha, representado por el Partido Popular, para evitar que en un futuro próximo esa nueva “extrema derecha” le desbanque en las urnas.

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