El rotativo informa de que los testigos pudieron ver los hechos desde una cafetería cercana. Se trata de dos camareras del establecimiento, el novio de una de ellas y cuatro clientes. Los siete estaban dentro de la confitería Vírgen del Rocío el 24 de julio, a las cinco de la tarde, cuando comenzó el altercado que acabó en el fallecimiento del vecino de la localidad, Juan Martín.
En un primer momento la Guardia Civil contó que Juan Martín estaba borracho y que había reaccionado con extrema violencia cuando los agentes intentaron practicarle una prueba de alcoholemia. Pero uno de los testigos ha dicho que "yo no vi que el hombre pegara a nadie. Se removía para que lo soltaran y solamente vi que le dio un empujón a un guardia. Lo inmovilizaron en el suelo como en el Grand Prix". Un testimonio identifica a uno de los agentes con una porra eléctrica.
Una camarera y su novio han declarado que "la mujer fue de los que primero empezaron a dar patadas". "Se veían las patadas, cómo lo pisaban, le dieron una buena". La paliza no fue un acto puntual, declaran, ya que "eso parecía un corro. Se iban unos y volvían otros. Había mucho movimiento".
Según explica un testigo, uno de los agentes hizo un primer intento de detener la paliza: "uno de los que le estaban dando se dio cuenta de algo, apartó a los otros y empezó a intentar reanimarle apretándolo en el pecho". Y es que "todos participaron, y el que no pegó, fue cómplice por no parar a los otros. Fue tremendo.Tenían que haber parado antes". Por otro lado la ambulancia llegó demasiado tarde, "a la hora" de los hechos, cuando solo pudieron cubrir el cadáver. "Tardaron mucho tiempo en avisar".