Este sábado la prensa se presenta de manera muy diversa apostando por temas bastantes dispares. Sólo algunos temas en común: la Nueva Rumasa de Ruiz Mateos y los distintos tratamientos que se dan del 23-F, cuyo aniversario no se celebrará hasta el próximo miércoles.
Mientras que en La Gaceta habla de fotografías y documentos inéditos, El País entrevista a un productor que asegura que "el golpe del 23-F se tiene que conocer en los colegios". Suponemos que gracias a una cinta hecha por él mismo. Sin embargo, es el diario El Mundo el que más en serio se ha tomado este asunto, que informa que han seguido a Tejero, cara más conocida del golpe, y llenos de orgullo y satisfacción aseguran que "ayer viajó en Metro". "Sabe que durante unas semanas, no debería salir a la calle. Sin embargo, ayer por la mañana se saltó la norma y abandonó su casa durante un par de horas", subrayan contentos desde el diario.
Otro tema estrella y bastante recurrente estos días es el de Berlusconi y sus cada vez más numerosas amantes y no amantes. No hay periódico en el que no aparezca Il cavaliere y algunas de sus chicas. Muchas páginas se están llenando con sus fotos. Deberían, al menos, darle las gracias por llenarles día sí día también el periódico. Igualmente, El Mundo es de los más interesados en el tema e incluso publica un extenso reportaje de tres páginas sobre el "sillón de los pecados de Berlusconi". Aunque cierto es que tiene bemoles el asunto. En él, el mandatario italiano observa como sus múltiples amigas se desnudan. Y para que su ego no decaiga aparece grabada su cara en la tapicería. Eso sí, coronada, que para eso es el rey de su casa.
Menos gracia le hace a Lucía Méndez, que afirma que Berlusconi será juzgado como "un viejo verde" ya que "el poder envejece mal y el poder absoluto envejece patéticamente". Como se puede ver, a la columnista no le cae demasiado bien el italiano, del que añade que por muy primer ministro que sea "siempre será un cantante de cruceros". Pero a renglón seguido arremete contra los españoles que son como él. Habla también a los hombres de su propio periódico, que ven a las mujeres como "o putas o amas de casa. O esclavas del hombre macho para su esparcimiento, o esclavas del marido o esclavas de Dios".
Ruiz Mateos y su Rumasa son el tema estrella muy por encima de la posible leglización de Sortu o al caso Faisán, que sigue siendo un tema tabú para El País. El diario de Prisa afirma que el conocido empresario debe 45 millones a la seguridad social, mientras que El Mundo dice que el holding está controlado desde un paraíso fiscal caribeño.
Mientras tanto, La Gaceta rememora este asunto para compararlo con los peores años del felipismo. En su sección de "El billete", este diario augura que "vuelven los 80: Solchaga y Ruiz Mateos, mucho paro, corrupción andaluza a gran escala y pestilentes alcantarillas del Ministerio del Interior; negociación con terroristas, maletines de fondos reservados. Cualquier día de estos Leire Pajín se hace la permanente y se acerca a la cárcel a despedir a algún compañero de Gobierno. El socialismo español desembarcó astroso hace casi 30 años, y el cambio que prometían se ha realizado, sobre todo, en sus abultadas cuentas corrientes".
Por su parte, en La Razón, Alfonso Ussía apuesta por una nueva ideología: "el anarquismo conservador". Explica la situación de desgobierno que existe en Bélgica y afirma que "una España sin gobierno, incluso sin gobierno socialista es impensable. Se haría añicos en pocos días. El Escorial se independizaría de San Lorenzo en menos de una semana". Por ello, cree que sería una "experiencia interesante, una nación con tres mil naciones sólo unida por la Corona, las Fuerzas Armadas, la Guardia Civil y El Corte Inglés". El columnista alaba, y parece que con un poco de envidia, este "anarquismo conservador" de Bélgica, que molesta a muchos, y dice resignado que "en los 251 días que Bélgica ha funcionado sin Gobierno, ha crecido proporcionalmente lo mismo que España ha menguado con el Gobierno de Rodríguez".
Pero La Razón mete el dedo en la llaga y habla de los vestidos de las ministras en los Goya, y especialmente del atuendo de la ministra Pajín, que ha recibido de izquierda a derechas durante toda la semana por su aparición estelar en estos galardones. Pero la de Benidorm ha salido coqueta y el vestido que llevó cuesta la nada desdeñable cifra de 3.000 euros. Un experto afirma que Pajín "tiene un look jóven, cercano y con la justa medida de prudencia que su cargo exige". Definitivamente creo que no vivo en el mismo país que este señor que dice estas cosas. Mientras tanto, el atuendo de Elena Salgado, del que el diario ABC hace un reportaje sobre su talla 34, costaba 2.700 euros.
ABC se centra más en la política este sábado y publica una entrevista a Cospedal en la que, a grandes rasgos, la popular viene a decir que "donde dije digo, digo Diego" y que nunca se ha dudado de Camps, pese a que ayer dejaba una pequeña puerta a que no fuera nombrado candidato. Además, Ignacio Camacho ya no puede más y resignado afirma "el 'síndrome del pato cojo' ya no es más que un deformado espejo de la agonía política de este mandato". En su opinión, "esto no aguanta: la precariedad del Gobierno para terminar la legislatura se empieza a volver asfixiante".
El diario El País merece un apartado aparte y como ya es costumbre y habitual no informa sobre el caso Faisán. No sabe, no contesta. Pero sí está entusiasmado con las revueltas en los países árabes. La portada y nueve páginas dedica el diario de Prisa a las distintas revueltas que recorren varios países. Podría intentar hacer un análisis así de certero de España, igual se sorprenderían de que hay escándalos dignos de que sean informados.
Por último destaca la decepción de la hasta ahora, no sabemos si seguirá, miembro/miembra de la ceja, Cayetana Guillén Cuervo. A la bien remunerada presentadora de TVE no le ha gustado nada la polémica de que no se permita fumar a los actores en las actuaciones teatrales, decisión llevada a cabo por obra y gracia del Gobierno que tanto ha defendido. "Me duele el tono con el que se trata la supuesta oportunidad del intérprete de cambiar una cosa por otra, como si realmente diera igual, como si fuera una chaqueta de traje o una cartera ministerial", afirma pesarosa.