(EFE) El primero de los permisos le fue concedido el pasado 9 de diciembre por el Centro Penitenciario de Ocaña I (Toledo), que estableció que podía trasladarse a Madrid para visitar, durante unas horas y acompañado de fuerza pública, a su padre hospitalizado en estado muy grave. El permiso penitenciario del que disfrutaba es producto de la aplicación del Código Penal antiguo, por el que puede beneficiarse de reducciones de condena si ha cumplido la cuarta parte de su pena.
Al mes siguiente, Ortiz volvió a solicitar a la prisión un nuevo permiso para poder visitar otra vez a su padre, que se encontraba ya agonizante en su domicilio madrileño. El Centro Penitenciario, y al tratarse de un permiso extraordinario, determinó que esta visita debía realizarla acompañado de fuerza pública, pero Ortiz, disconforme con esta resolución, la recurrió ante el Juez de Vigilancia Penitenciaria de Ocaña. El juez estimó entonces el recurso de Ortiz y acordó que fuera acompañado en su visita por el capellán de la cárcel, y no por fuerza pública.
De este modo, el pasado 27 de enero, Ortiz fue trasladado de Ocaña a la prisión madrileña de Valdemoro para después desde allí acudir junto al capellán hasta el domicilio de su padre, en el que permaneció unas tres horas y media. Tres días después, según las fuentes consultadas, el padre de Ortiz murió a causa de su enfermedad.
El ambos casos el fontanero pudo salir de la cárcel porque cuenta con un permiso favorable de reinserción social y además tiene un tutor, en este caso el capellán de la prisión, que le avala en su salida. Disfrutó del permiso debido a su buena conducta y a que no fue él el que planeó el asesinato, sino Emilio Muñoz, el otro condenado por el suceso. Según las investigaciones fue este último el que planeó el “golpe” y le propuso a su amigo repartirse los beneficios. En el juicio se consideró que Cándido Ortiz se dejó llevar por Muñoz, ya que el primero tiene una personalidad más fuerte.