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Uno de los acribillados a tiros en Santoña cumplía condena por cuatro asesinatos

Una de las tres personas acribilladas a balazos junto a la prisión de El Dueso, en Santoña (Cantabria), Tomás Ruiz Fernández, cumplía condena por cuatro homicidios cometidos en las localidades de Cueto y Mogro en 1986, según han informado fuentes cercanas al caso.

Ruiz Fernández, de 55 años, más conocido como "Tomasín", estaba recluido en El Dueso, tras haber sido condenado como autor de dos delitos de asesinato y otros dos de homicidio por la Audiencia de Cantabria a penas que sumaban 88 años de prisión.

"Tomasín" estaba fuera de la prisión de Santoña gracias a un permiso, pero no había regresado en el plazo establecido.

Este lunes por la mañana, sobre las 9.40 horas, se encontraba junto a otro hombre y una mujer en una furgoneta en el perímetro exterior de la cárcel cuando se acercó ellos un coche de gran cilindrada, del que se bajó un hombre que disparó contra ellos. En el suceso perdieron la vida junto a él un varón cuyas iniciales son I.C.L., de 43 años, con antecedentes penales, y una mujer, M.J.F.P., de 45.

Los dos primeros crímenes por los que fue condenado Ruiz Fernández los cometió el 2 de febrero de 1986: la prostituta María Violeta Puente González, con la que estaba resentido, y un amigo de ésta, Sixto Franco. Ese día, "Tomasín" y Francisco José Hidalgo, "Butati", recogieron en un coche a María Violeta y a Sixto, ambos heroinómanos, con el pretexto de llevarles a comprar droga y los condujeron hasta un descampado de Cueto, donde dispararon contra ellos, según relata la sentencia dictada por la Audiencia de Cantabria en 1989.

Al día siguiente, "Tomasín" y "Butati" se desplazaron en una furgoneta con Pedro Grande y Miguel Moreno a la localidad de Mogro. Una vez allí, sin que consten las circunstancias, "Tomasín" disparó contra Pedro y Miguel y, con la ayuda de "Butati", quemó la furgoneta con los dos cadáveres dentro.

Tomás Ruiz Fernández fue detenido dos meses más tarde en un bar de Laredo, después de haber amenazado a su propietario y a varios clientes con un revólver, porque le habían echado del establecimiento. Según relataron entonces los testigos, el arma se le encasquilló y fue reducido por los propios clientes del bar.

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