L D (EFE) El amartizaje está previsto para las 05,35 horas en España del domingo. La nave entrará en la atmósfera a una velocidad de 19.800 kilómetros por hora, y a partir de entonces comenzará la fase final de 21 minutos.
Primero, el Spirit se separará vehículo espacial, y la fricción atmosférica durante los cuatro minutos siguientes calentará el escudo de la cápsula a temperaturas de unos 1.400 grados Celsius. Esa fricción también disminuirá la velocidad de penetración en la atmósfera a 1.500 kilómetros por hora, y cuando la sonda se encuentre a unos 8,6 kilómetros de la superficie se desplegará su paracaídas.
Pocos segundos después se desprenderá el escudo de protección térmica y quedará expuesta la cápsula que contiene el vehículo explorador, que irá colgada de un cable. A seis segundos del contacto con el suelo, se inflarán grandes bolsas de aire que amortiguarán el golpe, se dispararán cohetes de retroceso en el escudo, y el cable se cortará cuando el Spirit esté a unos 15 metros del suelo. Después rebotará y rodará envuelto en sus bolsas de amortiguación y, según los técnicos de Pasadena, podría detenerse hasta a un kilómetro del punto de impacto.
Unos 66 minutos después que todo el conjunto se quede quieto se desinflarán las bolsas amortiguadoras. Al contrario que otras naves enviadas con anterioridad a Marte, el módulo Spirit va equipado con un dispositivo que emite señales sobre su buen estado durante el descenso. El dispositivo, elaborado por investigadores de la Universidad de Arizona, permitirá evitar la angustia de los responsables de la misión acerca del estado de la sonda durante la fase más arriesgada del vuelo.
"Simplemente envía pequeños bips que dicen que sigue viva. Es algo que hará durante todo el descenso", explica Ross Beyer, un investigador de esa universidad que ha participado en la elección de los lugares de amartizaje de las dos misiones. La NASA espera con esta misión y su gemela Opportunity se pueda romper la mala racha de problemas que otras naves han encontrado al llegar a Marte o sus proximidades.
Primero, el Spirit se separará vehículo espacial, y la fricción atmosférica durante los cuatro minutos siguientes calentará el escudo de la cápsula a temperaturas de unos 1.400 grados Celsius. Esa fricción también disminuirá la velocidad de penetración en la atmósfera a 1.500 kilómetros por hora, y cuando la sonda se encuentre a unos 8,6 kilómetros de la superficie se desplegará su paracaídas.
Pocos segundos después se desprenderá el escudo de protección térmica y quedará expuesta la cápsula que contiene el vehículo explorador, que irá colgada de un cable. A seis segundos del contacto con el suelo, se inflarán grandes bolsas de aire que amortiguarán el golpe, se dispararán cohetes de retroceso en el escudo, y el cable se cortará cuando el Spirit esté a unos 15 metros del suelo. Después rebotará y rodará envuelto en sus bolsas de amortiguación y, según los técnicos de Pasadena, podría detenerse hasta a un kilómetro del punto de impacto.
Unos 66 minutos después que todo el conjunto se quede quieto se desinflarán las bolsas amortiguadoras. Al contrario que otras naves enviadas con anterioridad a Marte, el módulo Spirit va equipado con un dispositivo que emite señales sobre su buen estado durante el descenso. El dispositivo, elaborado por investigadores de la Universidad de Arizona, permitirá evitar la angustia de los responsables de la misión acerca del estado de la sonda durante la fase más arriesgada del vuelo.
"Simplemente envía pequeños bips que dicen que sigue viva. Es algo que hará durante todo el descenso", explica Ross Beyer, un investigador de esa universidad que ha participado en la elección de los lugares de amartizaje de las dos misiones. La NASA espera con esta misión y su gemela Opportunity se pueda romper la mala racha de problemas que otras naves han encontrado al llegar a Marte o sus proximidades.
El gafe de las misiones a Marte
El último amartizaje complicado ha sido el de la sonda europea Beagle 2, de la que no se han recibido comunicaciones desde su llegada a Marte, el pasado 25 de diciembre. Sin embargo, los responsables del proyecto aún no han abandonado formalmente los intentos de restablecer contacto, por lo que la misión no puede considerarse oficialmente fracasada. En total, 24 de las 32 misiones a Marte han fracasado por unos u otros motivo.
La última fue la del satélite japonés Nozomi, cuyos responsables desistieron en diciembre pasado de enviar la nave hacia las proximidades de Marte debido a que se había desviado de su rumbo y no tenía suficiente combustible para llegar a su objetivo. Anteriormente, el Mars Polar Lander de la NASA se estrelló en 1999 contra la superficie del planeta rojo debido a un error en la programación informática de la nave.
Sólo tres misiones han amartizado con éxito. Las dos primeras fueron las dos Viking de 1976, y la última la Mars Pathfinder de 1997. La misión Pathfinder, que incluía el robot Sojourner, tuvo un gran éxito, ya que envió más de 16.000 fotografías de Marte, así como análisis de rocas de la superficie. Los responsables de Spirit y Opportunity, muchos de los cuales participaron en esa misión, esperan ahora reverdecer sus logros, aunque primero tendrán que superar los grandes riesgos de la fase de descenso.
El último amartizaje complicado ha sido el de la sonda europea Beagle 2, de la que no se han recibido comunicaciones desde su llegada a Marte, el pasado 25 de diciembre. Sin embargo, los responsables del proyecto aún no han abandonado formalmente los intentos de restablecer contacto, por lo que la misión no puede considerarse oficialmente fracasada. En total, 24 de las 32 misiones a Marte han fracasado por unos u otros motivo.
La última fue la del satélite japonés Nozomi, cuyos responsables desistieron en diciembre pasado de enviar la nave hacia las proximidades de Marte debido a que se había desviado de su rumbo y no tenía suficiente combustible para llegar a su objetivo. Anteriormente, el Mars Polar Lander de la NASA se estrelló en 1999 contra la superficie del planeta rojo debido a un error en la programación informática de la nave.
Sólo tres misiones han amartizado con éxito. Las dos primeras fueron las dos Viking de 1976, y la última la Mars Pathfinder de 1997. La misión Pathfinder, que incluía el robot Sojourner, tuvo un gran éxito, ya que envió más de 16.000 fotografías de Marte, así como análisis de rocas de la superficie. Los responsables de Spirit y Opportunity, muchos de los cuales participaron en esa misión, esperan ahora reverdecer sus logros, aunque primero tendrán que superar los grandes riesgos de la fase de descenso.