L D (EFE) A mediodía se celebró el rezo del Regina Coeli, que en este período sustituye al ángelus y que hoy debía contar con un texto del fallecido Pontífice, con motivo del segundo domingo de Pascua, que es el de la Divina Misericordia.
El texto es el siguiente:
"Queridos hermanos y hermanas. Resuena hoy el alegre Aleluya de la Pascua. La actual página del Evangelio de Juan subraya que el Resucitado, la noche de ese día, se apareció a los apóstoles y les mostró las manos y el costado, signos de la dolorosa pasión impresos de manera indeleble en su cuerpo incluso después de la resurrección.
Esas llagas gloriosas, que ocho días más tarde hizo tocar al incrédulo Tomás, revelan la misericordia de Dios, que ha amado tanto al mundo que le ha dado su Hijo unigénito.
Este misterio de amor está en el centro de la actual liturgia del domingo "In Albis", dedicado al culto de la Divina Misericordia.
A la humanidad, que a veces parece pérdida y dominada por el poder del mal, el egoísmo y el miedo, el Señor resucitado ofrece como dono su amor que perdona, reconcilia y reabre el ánimo a la esperanza. Es amor que convierte los corazones y dona la paz. ¡Cuánta necesidad tiene el mundo de comprender y de acoger la Divina Misericordia!.
Señor, que con tu muerte y resurrección reveles el amor del Padre, nosotros creemos en Ti y con confianza te repetimos hoy: Jesús, confío en Ti, ten misericordia de nosotros y del mundo entero.
La solemnidad litúrgica de la Anunciación, que celebraremos mañana, nos empuja a contemplar con los ojos de María el inmenso misterio de este amor misericordioso che sale del corazón de Cristo.
Ayudados por El podemos comprender el sentido verdadero de la alegría pascual, que se basa en este certeza: Aquel que la Virgen ha llevado en su seno, que ha sufrido y ha muerto por nosotros, ha resucitado en verdad. ¡Aleluya!".
El texto es el siguiente:
"Queridos hermanos y hermanas. Resuena hoy el alegre Aleluya de la Pascua. La actual página del Evangelio de Juan subraya que el Resucitado, la noche de ese día, se apareció a los apóstoles y les mostró las manos y el costado, signos de la dolorosa pasión impresos de manera indeleble en su cuerpo incluso después de la resurrección.
Esas llagas gloriosas, que ocho días más tarde hizo tocar al incrédulo Tomás, revelan la misericordia de Dios, que ha amado tanto al mundo que le ha dado su Hijo unigénito.
Este misterio de amor está en el centro de la actual liturgia del domingo "In Albis", dedicado al culto de la Divina Misericordia.
A la humanidad, que a veces parece pérdida y dominada por el poder del mal, el egoísmo y el miedo, el Señor resucitado ofrece como dono su amor que perdona, reconcilia y reabre el ánimo a la esperanza. Es amor que convierte los corazones y dona la paz. ¡Cuánta necesidad tiene el mundo de comprender y de acoger la Divina Misericordia!.
Señor, que con tu muerte y resurrección reveles el amor del Padre, nosotros creemos en Ti y con confianza te repetimos hoy: Jesús, confío en Ti, ten misericordia de nosotros y del mundo entero.
La solemnidad litúrgica de la Anunciación, que celebraremos mañana, nos empuja a contemplar con los ojos de María el inmenso misterio de este amor misericordioso che sale del corazón de Cristo.
Ayudados por El podemos comprender el sentido verdadero de la alegría pascual, que se basa en este certeza: Aquel que la Virgen ha llevado en su seno, que ha sufrido y ha muerto por nosotros, ha resucitado en verdad. ¡Aleluya!".