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TERRITORIO COMANCHE: Las menciones a la "Niña Rodicio"

El periodista, escritor y académico Arturo Pérez Reverte, en su libro "Territorio Comanche" (1994), glosa la figura de los corresponsales de guerra. Entre sus páginas hay un par de menciones a Ángela Rodicio, a la que él llama la "Niña Rodicio", con quien coincidió por primera vez en la guerra de la antigua Yugoslavia.

(Libertad Digital) Ángela Rodicio, que comenzó su relación laboral con Televisión Española en 1989, según informa el diario ABC, recibió su primer destino importante en 1991, cuando fue destinada a cubrir la Guerra del Golfo.
 
En su libro "Territorio Comanche", Arturo Pérez Reverte recuerda de aquella guerra cómo "todos (los reporteros) menos Alfonso Rojo (El Mundo) y Peter Arnett (CNN) salieron por pies, y Márquez (el cámara de TVE que protagoniza su relato) lloraba de rabia agarrado a la cámara porque la Niña Rodicio no quiso quedarse".
 
Tras la Guerra del Golfo, según el diario ABC, Ángela Rodicio se convirtió en corresponsal de TVE para el centro y el este de Europa, con despacho en Budapest (Hungría). Desde allí fue siguiendo la guerra de Bosnia, pasando la mayor parte del tiempo en Sarajevo, hasta enero de 1996. Fue en esa guerra donde coincidió con Arturo Pérez Reverte, reportero de TVE en la zona por aquel entonces.
 
En "Territorio Comanche", publicado en 1994, Pérez Reverte dedica un párrafo demoledor a Ángela Rodicio. Comienza recordando la figura del periodista Paco Eguiagaray, a quien se refiere como "el gran especialista" en el este europeo. Sobre Eguiagaray, el autor recuerda que él y otros periodistas veteranos (Ricardo Estarriol, de La Vanguardia, y Hermann Terstch, de El País) predijeron lo que iba a ocurrir en los Balcanes.
 
A continuación explica cómo Eguiagaray "solía referirse al tema mientras invitaba a champaña helado en Viena, Zagreb o Budapest a los colegas más jóvenes, que acudían a él en busca de doctrina y experiencia. Acudían todos, salvo la Niña Rodicio –añade–, que después de sólo dos años de periodismo activo se había transformado directamente de modosa becaria en pozo de experiencia, y no necesitaba doctrina de nadie, ni siquiera cuando confundía los calibres, hablaba de los B-52 bombardeando en picado, o permitía que Márquez o los cámaras que trabajaban con ella le sacaran las castañas del fuego".
 
"Quizá por eso –continúa Pérez Reverte– la Niña Rodicio hablaba mal de Paco Eguiagaray, de Alfonso Rojo, de Hermann (Tertsch) y de todo el mundo, y trataba a patadas a la gente de su equipo. Como decían Miguel de la Fuente, Fermín, Álvaro Benavent y los que tuvieron el privilegio de vivir de cerca el asunto, trabajar con ella era igualito que hacerlo con Ava Gardner".

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