(Libertad Digital) Quien haya leído Lo que queda de España y las sucesivas ediciones –especialmente la que amplía con un “prólogo sentimental y un epílogo balcánico”– se beberá en un par de tragos esta joya editada por Temas de Hoy. La ciudad que fue. Barcelona, años 70, bien puede asumirse como unas memorias, al ser la crónica personal de una etapa ya cerrada: desde su llegada hasta su salida de Barcelona. El libro mantiene vivo el recuerdo de una Barcelona que ya no existe, la de la búsqueda de la libertad en el final del franquismo, la de la vida acelerada y experimental, de las vanguardias, de las explicaciones sobre el Arte, de las charlas en el Café de la Ópera...
Inevitablemente, las primeras calas que se hacen a este volumen de casi 600 páginas pasan por el índice onomástico y las fotografías. Allí se descubren muchas y agradables sorpresas y algunas claves que luego sirven para la lectura reposada. La ciudad que fue no puede ser más acorde a su título porque esa Barcelona ha desaparecido por completo a los ojos del autor. La lucha contra el franquismo –siempre escasa, casi podría pasarse lista– deja paso sin apenas advertirse a la lucha contra el nacionalismo con especial énfasis (sobre todo para un filólogo) en el acoso que en esos años comenzó a sufrir el castellano. Que la izquierda asumiera esa bandera de la exclusión no es tan natural como a algunos les parece hoy y este libro ofrece respuestas imprescindibles.
El lector tendrá el privilegio de vivir con el autor este viaje cronológicamente ordenado. El título queda explicado en sus dos primeras partes "La ciudad que era" y "Cuando la ciudad dejó de ser", o sea el desengaño.
De la vitalidad, creatividad y disensos del “grupo Trama” hasta la revista Diwan, el psicoanálisis o las discusiones sobre arte conceptual, Jiménez Losantos pasa al relato detallado de la militancia en el PSUC o los primeros y últimos pinitos en la política profesional con bocetos incluidos para los carteles del PSA en Cataluña. Y de ahí –y por primera vez– al relato amargo que la memoria le ha dejado sobre el atentado sufrido a manos de Terra Lliure. En Lo que queda de España quiso limitarse a lo contado por las agencias y los periódicos y hasta así resultaba estremecedor. Por descontado, el Manifiesto de los 2.300 se reproduce íntegro.
No es casualidad que este nuevo libro de Federico fuera terminado por el autor justo al cumplirse el 30 aniversario de la vuelta de Tarradellas del exilio y su “Ciutadans de Catalunya, Ja soc aquí!”. Si algo queda especialmente vivo y posiblemente recuperable de esa Barcelona es precisamente ese catalán tan español del que también nos vuelve a brindar una parte de la comunicación epistolar que mantuvo con él.