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Rosa Regás, tres años de despilfarro y sectarismo manifiesto

(Libertad Digital) El ciclo de Rosa Regás al frente de la Biblioteca Nacional se ha cumplido, haciendo buenos los pronósticos de sus colaboradores quienes ya en diciembre de 2006 aseguraban que le quedaba "muy poco tiempo al frente" de esta institución. Para ser exactos han pasado ocho meses y medio desde aquella afirmación. Tiempo suficiente para que Rosa Regás continuase cultivando las jugosas perlas que, desde su llegada a la Biblioteca Nacional, ha ofrecido con profusión a los españoles.
 
"Soy intransigente"
 
En su página web oficial, Regás adorna con algunas palabras una "biobibliografía" trufada con un total de 136 fotografías que, prácticamente desde que era un cigoto, describen en imágenes la vida de esta escritora de izquierdas que ha hecho de su ideología un arma anti-PP.
 
Regás se reconoce "intransigente" y defiende "una forma de vivir, de pensar y de ser pero no creo en los valores universales y eternos, ni en la moral natural". Una afirmación de la que ha hecho gala durante su periplo al frente de la Biblioteca Nacional. Una continua cruzada contra todo lo que huela a Partido Popular lo acredita.
 
Encantada con Zapatero
 
La cercanía y complacencia con el Ejecutivo de Rodríguez Zapatero también ha sido una constante. Cuatro días antes de que fuera nombrada responsable de la Biblioteca Nacional aseguró que se sentía "orgullosa de colaborar con este Gobierno".
 
Su llegada a esta institución supuso un paso más en el empeño paritario de Rodríguez Zapatero –roto tras la última crisis de Gobierno– . Un empeño aplaudido y secundado por Rosa Regás quien se mostraba "partidaria de las cuotas y la paridad obligada". En su opinión "las mujeres siguen trabajando y los cargos nunca llegan, a no ser que venga una ministra de Cultura o el señor Rodríguez Zapatero y diga que esto se ha acabado". Regás hacía estas declaraciones públicas un 15 de junio de 2004. El calor de aquel verano invitó a la escritora a hacer toda una declaración de intenciones antes de asumir su puesto y no dudó un segundo en asegurar que "es importante ser de izquierdas para dirigir la Biblioteca Nacional". Un verano en el que Regás también confesó que se alegró más de la derrota del PP el 14 de marzo de 2004, que de la muerte de Franco.
 
"La República", "Santiago Carrillo" y "los fachas" del PP
 
Pero si echamos la vista atrás, comprobamos que las declaraciones públicas de esta escritora están repletas de planteamientos ideológicos excluyentes. De sobra es conocida su satisfacción por el cordón sanitario contra el PP que propuso Federico Luppi y que apoyó públicamente. También se ha encargado de demostrar su nostalgia por la II República y su admiración por personajes como el ex secretario general del PCE y uno de los responsables de la matanza de Paracuellos, Santiago Carrillo. De él llegó a decir que "aunque no les guste a los fachas, Carrillo es un ejemplo de una vida dedicada a la política".
 
Estas declaraciones estuvieron precedidas por la severa amonestación que aplicó Manuel Marín al diputado socialista Herick Campos por llamar fachas a los diputados del PP. Aquel apelativo merecía, en opinión de Marín, una rectificación pública con pena de sanción. Todavía no se conoce si desde el Ejecutivo, algún responsable del departamento, que entonces dirigía Carmen Calvo, pidió a Rosa Regás que se disculpara con el PP.
 
Pero ésta no fue la única muestra de rechazo que Regás dedicó a "los fachas". El frío invierno de 2005 unía su firma a la de los escritores de cámara de Rodríguez Zapatero, Suso de Toro y Caballero Bonald, y otros 200 "intelectuales" para criticar la actitud del PP ante la reforma del Estatuto y expresaban su admiración hacia el Tripartito. La llegada de la primavera, no logró apaciguar el ánimo de Regás. Con las amapolas en los campos, la sensibilidad de Regás subió al mismo ritmo que los mercurios y no dudó en culpar al PP de excluir "a los catalanes del cariño de los demás".
 
Fue la misma primavera en la que la Biblioteca Nacional celebró unas jornadas de Puertas Abiertas que llenaron de ilusión a su directora. Tanto le gustó la iniciativa, que propuso un brindis junto a los funcionarios de su institución, a los que más tarde llamaría delincuentes. Algo normal salvo si el brindis entonado por Regás llevaba el acento en la salud de "la República". Una ocurrencia que dejó "anonadado" al PP que la acusó de tomarse "como una de sus tertulias de juventud su puesto en la Biblioteca Nacional".
 
La polémica estaba servida y Regás un tanto nerviosa. Entre las declaraciones que hizo, pasó de echarle la culpa del brindis a uno de sus funcionarios a defender su derecho a brindar por la República y verse obligada a matizar que se refería a la Segunda República, que la vio nacer. Una actitud que fue aplaudida por su valedora , Carmen Calvo.
 
Despilfarro en la Biblioteca Nacional
 
La exteriorización de este tipo de opiniones no han sido lo único que ha provocado críticas a la gestión de Rosa Regás al frente de la Biblioteca Nacional. El pasado 27 de octubre de 2006, salía a la luz que la escritora había gastado 1.390.000 euros en actividades culturales y conceptos de representación. En aquellos días, el diario ABC aseguraba que esta actitud podría ser el origen del "colapso" que sufría esta institución así como de los retrasos en diversas áreas que habían sido reconocidos por el propio Ministerio de Cultura.
 
Regás pagaba 1.000 euros por conferencia, sin tener muy en cuenta la calidad de los conferenciantes. Además, tras las charlas, organizaban cenas con amigos –a cargo del erario– en restaurantes conocidos y lujosos de la capital. También mostró su talante "de izquierdas" cuando adjudicó a dedo al responsable del diseño de la página Web de la Biblioteca Nacional. Una empresa que cobró por ello 132.000 euros en sólo dos años. Esta noticia valió una nueva petición de dimisión por parte del PP.
 
Pero si el PP pedía su dimisión, más atacaba Regás. El 28 de noviembre de 2006, aprovechaba su presencia en unas jornadas sobre "Palestina tierra, exilio, creación" para criticar que "la derecha ahora se está movilizando". Algo que Regás consideraba lamentable porque "se movilizan aunque no tengan razón". De esta forma tan tajante, la directora de la Biblioteca Nacional negaba la posibilidad de que las razones que mueven a millones de españoles a salir a la calle –por ejemplo a pedir que el Gobierno no negocie con los terroristas– fueran legítimas.
 
Su postura ante ETA
 
La lucha contra el terrorismo etarra es otro capítulo en el que Rosa Regás dejó su firma. O quizá no. En 2003 se negó a respaldar un manifiesto contra ETA porque entendía que "ayudaba al Gobierno del PP". Dicho sea de paso, un manifiesto que sería leído en una manifestación convocada por Basta Ya en San Sebastián contra el terrorismo de ETA y el Plan Ibarretxe.
 
Aquel día intelectuales y escritores de izquierda además de Zapatero y Mariano Rajoy secundaron la marcha y el manifiesto. En cambio, la ya ex directora de la Biblioteca Nacional sí que puso su signatura en el manifiesto que se leyó en la "minimani" organizada por Zapatero tras los atentados de la T4 de barajas en la que murieron dos personas.
 
Cuantos menos periódicos, mejor
 
No menos jugosas son las últimas perlas que la escritora nos ha regalado. El 8 de agosto, mostraba su satisfacción porque se estaban "vendiendo menos periódicos". Más tarde tuvo que matizar que sólo se alegraba si el descenso de ventas se registraba en periódicos que ella considera "de extrema derecha".
 
Una muestra de talante democrático parecido al que protagonizaba la pasada semana. En un artículo publicado en el diario El Periódico, la todavía directora de la Biblioteca Nacional aplaudía al líder golpista de Venezuela, Hugo Chávez. De él decía que había obtenido notables éxitos económicos, aunque no mencionaba que Chávez había gastado tres millones de dólares en armas a pesar de la pobreza que sufre su país. Tampoco mencionaba el cierre de medios de comunicación críticos con el régimen o su intención de perpetuarse en el poder al imponer la reelección automática.
 
Este tipo de informaciones son, según Regás, un intento de los medios de comunicación de tergiversar la realidad.

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