"Tanto el laicismo como los fundamentalismos religiosos son enemigos de la libertad y de sus posiciones. Si logran imponerse, conducen inexorablemente al totalitarismo -adujo-. La libertad es indivisible. La mutilación o restricción de una libertad concreta afecta al conjunto del sistema de libertades. No se puede ser selectivo en materia de libertades".
"La auténtica laicidad del Estado moderno es requisito indispensable para que exista un verdadero sistema de libertades, de las libertades que afectan más a la esencia de la persona: las de pensamiento, conciencia y religión. Esta autolimitación al servicio de la libertad imponen al Estado una actitud de neutralidad confesional que es, asimismo, garantía de libertades. la neutralidad quiere decir que el Estado social y democrático de Derecho no puede, en cuanto tal, tanto en sus normas como en comportamientos, ser beligerante y adoptar una postura propia en el terreno de las convicciones", explicó.
El "estalinismo educativo"
Sobre la enseñanza de la religión, dijo que es un problema "no resuelto", aunque se mostró optimista, ya que a su parecer, se podría lograr una solución dentro de los parámetros constitucionales y respetando los principios recogidos en la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948. Para ello, abogó por el "reconocimiento explícito de las familias como sujetos principales de las tareas educativas", e insistió en la "limitación" del Estado en materia educativa a fin de asumir únicamente su "obligación de respetar y atender" las convicciones de las familias. "Este enfoque es rigurosamente incompatible con los postulados del 'estatalismo educativo' que, en sus diversas vertientes, ha negado siempre los derechos de los padres en materia educativa -argumentó-. Se conculcaría, por tanto, gravemente el modelo si se estableciera una norma en contra del sentir de las familias y sin respetar escrupulosamente sus derechos".
Rajoy dijo que hay que respetar la Constitución y que habría que ofrecer la enseñanza religiosa "conforme a las convicciones religiosas y morales de las familias" y en un espacio público de una sociedad "pluralista" como es la escuela. "¿O es que la escuela, que pertenece al espacio público, no debe estar presente el pluralismo realmente existente en una sociedad?, ¿no resulta una incongruencia y una hipocresía intentar impedir que ello suceda?, ¿no forma parte de una retórica basada en el engaño exaltar, por una parte, el pluralismo, y pretender por otra expulsarlo de la escuela?, ¿no es ésta una actitud de miedo a la libertad, inscrita en los propósitos de uniformización ideológica que acaban desembocando en proyectos totalitarios?", planteó.
Estos asuntos, según el presidente del PP, preocupan a la opinión pública, no sólo por la nueva Ley de Educación, sino por la "reformulación" que el Estatuto de Cataluña y otros proyectos de reforma estatutaria se plantean en esta materia y que han dado lugar a una "orientación inquietante" que "no responde a los parámetros del acuerdo constitucional" de 1978, plasmado concretamente en los artículos 16 y 27 de la Carta Magna.
"Un Estado que abrace el valor supremo de la libertad no debe imponer en ningún ámbito, tampoco en el sistema educativo, concepciones filosóficas o religiosas determinadas. Por ello, no puedo dejar de advertir aquí el riesgo de adoctrinamiento que supone la pretensión de nuestro gobierno de imponer una asignatura que tenga como objeto configurar un modelo determinado de ciudadano --puntualizó-. Sería un grave error. Uno de esos errores que se pagarían finalmente con la libertad de todos encorsetada bajo la uniformidad".