L D (EFE) Lo mismo está haciendo Wolfgang, el ciudadano alemán que regenta el cámping Ancoradoiro, en Louro. "Tal y como están las cosas, prefiero que no venga nadie, aunque el negocio se vaya a la mierda, pero es que lo prefiero, de verdad. Les he dicho a los que estaban en el cámping que se vayan y a los que llaman les pido que no vengan, les digo que si vienen su salud va a quedar perjudicada", manifestó Wolfgang.
Wolfgang decidió cambiar de vida hace 21 años y viajar hasta Galicia en busca de naturaleza y de tranquilidad. Toda esa naturaleza y esa calma son hoy una superficie carbonizada. Según su relato, el fuego ha arrasado ya prácticamente la totalidad de la superficie del monte Louro y las nubes negras de humo no dejan ver el sol, ni siquiera permite ver la casa del vecino.
Erika atiende percibe la catátrofe desde hace varios días. "Yo ya no veo nada por el humo, sólo me queda esperar a que llegue el fuego". "Nos han dicho que esperemos mientras intentan apagarlo", comunica. Erika reside en Muros, ya no tiene clientes en su casa; ella lo prefiere así porque alrededor crece "una espesa niebla negra" proveniente de un incendio "bestial".
Relata que el fuego se divide en dos frentes que "se terminarán juntando" y arrasarán "todo". "No ha venido nadie de la Diputación a decirnos nada y la Junta nos pide que esperemos", concluye entre suspiros de resignación.
La alcaldesa de Muros, Caridad González Cerdiña, comentó que la Consejería de Montes de la Junta de Galicia no apareció por el concejo cuando "la situación era de verdadero peligro". "Nos dijeron que estaban saturados de trabajo", puntualiza.
Wolfgang decidió cambiar de vida hace 21 años y viajar hasta Galicia en busca de naturaleza y de tranquilidad. Toda esa naturaleza y esa calma son hoy una superficie carbonizada. Según su relato, el fuego ha arrasado ya prácticamente la totalidad de la superficie del monte Louro y las nubes negras de humo no dejan ver el sol, ni siquiera permite ver la casa del vecino.
Erika atiende percibe la catátrofe desde hace varios días. "Yo ya no veo nada por el humo, sólo me queda esperar a que llegue el fuego". "Nos han dicho que esperemos mientras intentan apagarlo", comunica. Erika reside en Muros, ya no tiene clientes en su casa; ella lo prefiere así porque alrededor crece "una espesa niebla negra" proveniente de un incendio "bestial".
Relata que el fuego se divide en dos frentes que "se terminarán juntando" y arrasarán "todo". "No ha venido nadie de la Diputación a decirnos nada y la Junta nos pide que esperemos", concluye entre suspiros de resignación.
La alcaldesa de Muros, Caridad González Cerdiña, comentó que la Consejería de Montes de la Junta de Galicia no apareció por el concejo cuando "la situación era de verdadero peligro". "Nos dijeron que estaban saturados de trabajo", puntualiza.
No ha sido el único desalojo de esta pequeña localidad que en verano pueblan los turistas, ya que a muchos residentes de los chalets de la urbanización "Monte Louro" también les han trasladado al polideportivo de la zona. La alcaldesa añadió que algunos de esos turistas regresan a sus residencias de verano cuando el fuego remite, pero otros "directamente se van a su casas". En Muros no quedan turistas.
A Loli, una camarera del Hostal Sahorta, en Louro, le cuesta salir a la calle, donde le espera una masa negra de humo. "Aquí todos se dedican a apagar el fuego con lo que sea, con las mangueras para el jardín, con las ramas de los árboles; es la única manera porque no hay medios, todo Galicia está ardiendo, qué le vamos a hacer", apostilla Loli.
Wolfgang, si le preguntan por los medios de extinción, se olvida del alemán y habla con acento gallego, "si no hicieran política con los incendios como están haciendo, seguro que habría menos".