El Santo Entierro de Toledo no pudo salir por la lluvia
La incesante lluvia que se produjo durante todo el día y la noche del viernes en Toledo motivó la suspensión de la procesión del Santo Entierro, que tenía prevista su salida en torno a las 20.00 horas. Asimismo, también hubo de suspenderse la prevista en Ciudad Real, por el mismo motivo, con lo que en ambos casos es el segundo año consecutivo en el que se suspende la procesión del Viernes Santo.
Según indicó el presidente de la Junta de Hermandades y Cofradías de la Semana Santa de Toledo, Fernando de la Macorra, aseguró a Europa Press que la decisión de no salir se produjo después de la reunión de los priostes y hermanos mayores de las siete cofradías que ayer iban a recorrer las calles de la ciudad bajo la atenta mirada de turistas y devotos.
La importancia de las tallas, un total de ocho imágenes, motivó esta decisión, ya que aunque los mantos pudieran sufrir daños, dijo, es algo más circunstancial que el hecho de que se vean afectadas las imágenes en sí, explicó.
Por eso, y aunque la salida de las primeras cofradías estaba prevista para las 19.45 o 20.00 horas, los hermanos mayores y priostes se acercaron a la iglesia de las Santas Justa y Rufina, lugar de salida de los pasos, para decidir que hacer viendo que no cesaba la lluvia.
Así, fue alrededor de las 20.30 horas cuando se decidió la suspensión del acto religioso, "igual que el año pasado", recordó, cuando incluso algunas imágenes llegaron a salir, pero debieron volver por la lluvia. De La Macorra señaló por último que los próximos lunes y martes, de 11.00 a 13.00 horas en los puntos de venta, se reembolsará el dinero a los que habían reservado y pagado sillas en las zonas de paso de la procesión para ver en primera línea las imágenes.
Austeridad y religiosidad en la procesión del Cristo Yacente en ZamoraLa lluvia obliga a suspender las procesiones en Madrid
A las siete de la tarde todo estaba preparado en la Basílica de la que debía salir en procesión la talla del siglo XVII del que es considerado El Señor de Madrid sobre una carroza de unos 3.500 kilos de peso y cuatro metros de altura.
Sin embargo, la lluvia, incesante durante toda la tarde y acompañada de granizo en algunos momentos, obligó a la organización a suspender la salida del Cristo.
Los devotos de Jesús de Medinaceli, muchos de ellos llegados desde municipios de la región, no faltaron a la cita aunque, resguardados bajo los paraguas, sólo pudieron ver durante unos minutos la imagen de su Cristo a las puertas del templo.
La de Jesús de Medinaceli era una de las ocho procesiones que este viernes debían desfilar por las calles de la ciudad pero, según informó el asistente eclesiástico de Hermandades y Cofradías del Arzobispado, Francisco Andrés Martínez, fueron suspendidas o tuvieron que regresar de modo apresurado a sus iglesias.
Este fue el caso del Santísimo Cristo de los Alabarderos, que, pasadas las siete de la tarde y al grito de "Al cielo con él", fue sacado a hombros del Palacio Real por miembros de su Congregación.
Recibido con aplausos por los cientos de fieles que aguardaban su salida por la Puerta del Príncipe, el Cristo de los Alabarderos, una talla de los Hermanos Martínez vestida con faldón, avanzó por la calle de Bailén desafiando al mal tiempo.
Sin embargo, la procesión de la Guardia Real tuvo que volver sobre sus pasos media hora después de su salida.
Esta procesión, en la que estaba previsto que participasen cerca de 500 costaleros y un gran número de nazarenos, concluiría, como es habitual el Viernes Santo, con los pasos del Cristo Yacente y Nuestra Señora de los Dolores.
El desfile procesional estaba previsto que partiese a partir de las 18:00 horas desde la Ermita del Calvario y, aunque inicialmente se pensó que saldría, ya que la lluvia había dado una pequeña tregua, finalmente se suspendió ante la caída de nuevas gotas y los nubarrones que se cernían sobre la ciudad a esa hora.
Tras la suspensión de la Magna, la próxima procesión en salir por las calles de Mérida será la de la Virgen de la Soledad, que partirá desde la concatedral de Santa María a las 00:00 horas en un ambiente de luto y recogimiento.
La Semana Santa emeritense concluirá este sábado, con la procesión del Resucitado, que saldrá a medianoche y se encontrará con el paso de Nuestra Señora del Mayor Dolor en la Puerta de la Villa.
Como es tradición, el desfile procesional partió a las 19.30 horas en la iglesia penitencial de Nuestra Señora de las Angustias, punto de reunión de las diecinueve cofradías, compuestas cada año por cerca de 20.000 penitentes.
Los devotos y turistas llenaron las calles de la ciudad para ver la treintena de pasos, entre los que destacan las figuras de Nuestra Señora de las Angustias, realizada por Juan de Juni a finales del siglo XVI, y las del siglo XVII de Nuestro Padre Jesús Nazareno, la Elevación de la Cruz, Nuestra Señora de la Vera Cruz y el Cristo Yacente.
Algunas obras del escultor del siglo XVII Gregorio Fernández. como El Señor Atado a la Columna de la Hermandad de Nuestro Padre Jesús, y el Ecce-Homo de la Hermandad del Santo Cristo de los Artilleros, pasearon por las calles de Valladolid junto a otras de creación más reciente, como el Cristo Despojado (1993) y los Preparativos para la Flagelación (2004), ambas realizadas por José Antonio Hernánez.
Una de las tallas más antiguas, la Virgen de las Angustias (Juan de Juni, posterior a 1561) cerró la procesión, que, como es tradición, contará con la entonación al regreso a su iglesia de una salve popular, tras la que el arzobispo de la diócesis de Valladolid, Braulio Rodríguez, impartirá la bendición.
Miles de personas se congregaron para presenciar el desfile procesional que recorrió las céntricas calles de Angustias, Bajada de la Libertad, Plaza Mayor, Santiago, Plaza Zorrilla y Duque de la Victoria, para terminar en Cánovas del Castillo.
La representación general de la Pasión cerró las procesiones del Viernes Santo, que comenzaron a las 8.30 horas con el pregón de anuncio del Sermón de las Siete Palabras, una convocatoria que congregó al mediodía en la Plaza Mayor de Valladolid a fieles y cofradías para escuchar al secretario general de la Conferencia Episcopal Española, Juan Antonio Martínez Camino.
Miles de personas han participado este Viernes Santo por la mañana en la tradicional y única procesión laica de España, que cada año organiza en L'Hospitalet la Cofradía 15+1, y que ha acortado su recorrido dos calles por "temor a la lluvia", ha dicho a Efe su presidente, Miguel Herrero. La procesión recuperaba este año su recorrido habitual tras la finalización de las obras en la avenida Masnou, que lo habían variado durante los dos últimos años, pero, finalmente, tampoco lo han podido completar ante la incertidumbre meteorológica.
Sea como sea, desde las 9.30 horas y hasta las 15.30 horas, cuando "miles de personas" se han congregado en la plaza de la Bòbila en el final de la procesión, los participantes han paseado las imágenes del Nazareno y de la Virgen de los Dolores.
La Cofradía 15+1, que hace 30 años que organiza esta única procesión laica en España, está integrada por unos 1.500 cofrades, según Herrero, de los que hoy han desfilado "unos 400", la mayoría emigrantes andaluces que querían mantener sus tradiciones en territorio catalán. Saetas cantadas a viva voz, promesas cumplidas por los fieles, las figuras de los costaleros, de blanco y con sus capuchas azul oscuro, rezos y plegarias para que no lloviera -ya que "el día no ha acompañado", según Miguel Herrero- han sido los rasgos distintivos de esta tradición, que este año ha cambiado los hachones de Jesús Cautivo y los faldones de la Borriquita, mientras la banda de música ha estrenado tambores.
La Cofradía 15+1 organiza un total de nueve procesiones durante la Semana Santa. Todas ellas salen de la sede de la entidad, en la plaza de la Bòbila, y vuelven al mismo punto después de pasear por las principales calles de los barrios de La Florida y Pubilla Casas de L'Hospitalet.
"Los Picaos"
Diez disciplinantes se flagelaron en el Vía Crucis de Viernes Santo del municipio riojano de San Vicente de la Sonsierra, que desde el siglo XI mantiene los "picaos", declarados fiesta de interés turístico nacional desde 2005. Estos diez "picaos" se suman a los ocho que lo hicieron el Jueves Santo, en la procesión de la Cena Santa por las calles de San Vicente, y a los seis que se flagelaron la noche anterior en el interior de la Iglesia, durante la Hora Santa, con la previsión de que esta tarde, en la procesión del Santo Entierro, lo hagan otros ocho o diez.
El responsable de la Mesa de Disciplina de la Cofradía de la Vera Cruz de San Vicente de la Sonsierra, José Ramón Eguíluz, indicó a Efe que los diez "picaos" anduvieron los algo más de tres kilómetros que recorre este Vía Crucis. Cada uno de ellos eligió a una de las imágenes que participan en el mismo para ofrecer su penitencia: la Cruz enarbolada, San Juan y la Magdalena, el Cirineo, la Piedad y la Virgen Dolorosa; mientras que esta tarde lo harán, en la procesión, ante la Virgen de los Dolores, el Santo Sepulcro, la Piedad y la Cruz enarbolada.
Como ya es tradicional, los "picaos", cubiertos con una capucha para ocultar su identidad y un hábito blanco de hilo con una abertura en la parte posterior, flagelan su espalda con una madeja de algodón, de unos ochenta centímetros de largo y un kilo de peso. Cada disciplinante se golpea con la madeja durante unos quince o veinte minutos, en los que se da de unos ochocientos a mil golpes.
Cuando termina, la persona que le acompaña durante el rito, denominada "padrino", le pincha en la espalda unas quince o veinte veces con una esponja que porta púas de cristal, cuyo fin es que brote la sangre, lo que evita la coagulación.
Ello evita al "picao" posteriores molestias y, después, la herida se cura con agua de romero y con un bálsamo cuya receta se transmite de generación en generación entre los "padrinos".
Varios miles de personas acuden cada año a San Vicente para presenciar los "picaos", que deben tener entre 18 y sesenta años y los que no son miembros de la Cofradía, formada por 154 cofrades, tienen que aportar una autorización del párroco de su localidad de origen. "Los motivos que tienen los disciplinantes para participar en los 'picaos' son muy personales e íntimos y no se conocen, aunque, habitualmente, suele ser por promesas", indicó Eguiluz.
Afirmó que, aproximadamente, un treinta por ciento de los disciplinantes tiene entre 18 y 28 años; otro treinta por ciento, entre 28 y 38; otro treinta entre 38 y 48 y el diez por ciento restante, más de 49 años.
La Madrugá sevillana
Las imágenes más veneradas de la Semana Santa sevillana desfilaron la madrugada del Jueves al Viernes Santo por una ciudad que no duerme en la Madrugá, que resume los contrastes de esta fiesta, entre el luto y el silencio de algunas hermandades y las candelerías y los sones de marchas que acompañan a otras.
La Macarena fue la primera que abrió las puertas de su basílica, pasada apenas la medianoche, aunque, como está acompañada por casi tres mil nazarenos, no pudo traspasar el umbral hasta casi las dos de la madrugada. Para esa hora ya estaban en la calle dos de las cofradías más imponentes por el recogimiento que las acompaña: el Gran Poder, conocido como el Señor de Sevilla, que este año está recién restaurado, y el Silencio, que abre la carrera oficial y que es fácil de distinguir porque la imagen de Jesús Nazareno carga la cruz al revés.
La cofradía de la Esperanza de Triana, considerada siempre como rival de la Macarena, no terminó de salir hasta pasadas las tres de la madrugada, con el característico caminar de los costaleros del paso del Señor de las Tres Caídas y con la Virgen aclamada en una calle Pureza que se venía abajo.
Las imágenes de Los Gitanos, el Cristo de la Salud y la Virgen de las Angustias, conocidos popularmente como Manuel y Angustias, protagonizaron también una vibrante salida desde su iglesia de San Román. El Calvario completó, al filo de las cuatro de la madrugada, la nómina de hermandades que desfilan este Jueves Santo.
Los gritos de "guapa, guapa" que se llevan la Macarena y la "Trianera" en su recorrido, especialmente en sus barrios, y la gran variedad de marchas procesionales con que sorprenden y deleitan a su paso contrasta con el silencio con el que se siguen las procesiones del Gran Poder, del Silencio y del Calvario.
Semana Santa de Zamora
La Semana Santa de Zamora alcanzó el viernes de madrugada su cumbre con el desfile procesional de la Penitente Hermandad de Jesús Yacente, que recorrió las calles más antiguas de la capital hasta llegar a la Plaza de Viriato, donde se entonó el Canto del Miserere, uno de los momentos más emocionantes de la Pasión zamorana. Casi mil cofrades partieron de la Iglesia de Santa María La Nueva, ataviados con hábito y un largo caperuz de estemeña blanco, adornado con una faja morada y ribetes de cordón del mismo color.
Los hermanos cubrieron sus pies con sandalias franciscanas, aunque muchos de ellos realizan el recorrido descalzos en señal de penitencia, y portaron un largo hachón de madera negra con una cazoleta de metal y una vela de cera roja, con la que iluminaron las vías por las que transcurre la procesión. Cuatro cofrades rompían el silencio de la noche con el sonido de las esquilas del viático, mientras que otros llevaban la corona de espinas, los clavos del Señor, labrados en plata y donados por Bautista García Sánchez en 1943, y grandes cruces de madera que fueron portadas a hombros por los dos mayordomos y un penitente.
Los hermanos desfilaron en filas de tres y acompañaron a la imagen titular y única de esta Hermandad, Cristo Yacente, que es trasladado por ocho cofrades con parihuelas de madera y con el único adorno de un sábana blanca y cuatro hachones.
Juntos llegaron a la Plaza de Viriato donde les aguardaba el numeroso público que cada año se congrega para asistir a momento más intenso de todo el desfile, el Canto del Miserere, obra del Padre Alcocer en 1952.
Jesús Yacente avanzó lentamente entre los hermanos, que se encontraban parados y con los hachones encendidos, instante en el que el Coro de la Hermandad entonó el famoso Miserere que fue respetado por el más absoluto de los silencios. Una vez finalizado, la Hermandad retomó el viaje de regreso hasta la Plaza de Santa María La Nueva, donde finaliza la procesión.
Esta cofradía se fundó el 15 de mayo de 1941 tras el descubrimiento de la imagen del Cristo Yacente, olvidada y semioculta en la Iglesia de la Concepción.
La imagen titular de esta Hermandad es una obra anónima del primer cuarto del siglo XVII que ha sido atribuida durante años a varios artistas, aunque se cree que pertenece al círculo de los vallisoletanos.
Desde el primer año de existencia el desfile se convirtió en uno de los principales referentes de la Semana Santa Zamora y supuso una nueva concepción estética del desfile procesional, partiendo de los principios de austeridad y religiosidad.