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Policías chinos descubren en Cantón un "prospero negocio" de venta de cadáveres

La Policía de Cantón ha descubierto una macabra trama. Al parecer y para evitar tener que incinerar los cuerpos de sus parientes, tal y como lo marca la ley, varias familias acaudaladas compraron cadáveres de discapacitados y ancianos asesinados para poder canjearlos en los crematorios. Nueve personas permanecen detenidas y bajo investigación.

La Policía de Cantón ha descubierto una macabra trama. Al parecer y para evitar tener que incinerar los cuerpos de sus parientes, tal y como lo marca la ley, varias familias acaudaladas compraron cadáveres de discapacitados y ancianos asesinados para poder canjearlos en los crematorios. Nueve personas permanecen detenidas y bajo investigación.
LD (EFE) El periódico South China Morning Post informa en su última edición que la Policía sospecha que un centenar de personas fueron asesinadas y sus cadáveres vendidos a familias acaudaladas de Cantón que los canjean en los crematorios para no tener que incinerar a sus parientes, como les obliga la ley, y poder así enterrarlos.
 
Los asesinatos, muchos de ellos de discapacitados físicos y ancianos, han ocurrido en Puning, en la provincia sureña de Cantón, donde la Policía y el gobierno locales investigan una banda que traficaba con estos cadáveres y han detenido a nueve sospechosos, en la localidad de Nanxi (dentro del mismo término municipal).
 
En China, es tradición desde hace siglos enterrar a los familiares fallecidos, pero en las últimas décadas, debido a la superpoblación en los cementerios de todo el país, es obligatorio incinerar los cadáveres, algo que no es del agrado de las familias tradicionales.
 
De esto se aprovechó, al parecer, la banda de Puning y sus clientes: la familia del fallecido llevaba el cadáver comprado de un asesinado a la ceremonia de cremación, haciéndolo pasar por su pariente muerto, y después, clandestinamente, enterraban a su ser querido de cuerpo entero, como manda la tradición.
 
La cremación, instaurada en los años cincuenta, se inició por deseo de Mao Zedong con el fin de acabar con "creencias supersticiosas" de la China rural acerca de la vida en ultratumba de los fallecidos. Según la prensa de Hong Kong, las víctimas eran engañadas y llevadas a zonas remotas donde eran estranguladas o envenenadas.

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