Pilar Rahola y un fotógrafo de La Vanguardia siguieron a Artur Mas durante el pasado domingo electoral y el fruto de ese día con el presidente electo de la Generalidad se ha publicado este martes en forma de un amplísimo reportaje de cuatro páginas, con mucho texto y una decena de fotos con un estilo presidencial – obamita que llama poderosamente la atención, especialmente por algunas instantáneas impagables como las tomadas en la piscina (Mas nada a primera hora) con un gorro de baño azul y un bañador floreado visualmente impactantes.
Pero lo mejor se lo ha reservado Rahola para su largo artículo, en el que la columnista de La Vanguardia, otrora dura adversaria política del pujolismo cuando era parlamentaria de ERC, vierte sobre los presidenciales hombros de Mas una incontenible catarata de elogios que, en su pluma o en la boca de otros, llegan a provocar el sonrojo de cualquier lector que no esté poco menos que enamorado del candidato de CiU o milite en uno de los dos partidos de la coalición.
Así, ya para empezar no duda en llamar a Mas el rey Artur, un Artur que ha conquistado ya la Camelot en la que la columnista convierte Cataluña. Incluso la fortaleza física del de CiU es motivo para que la Rahola lo eleve, desde los primeros párrafos, al rango de leyenda: "(...) las 54 piscinas que se zampa en el DIR a las 9 de la mañana, sin otro respiro que el aliento, y con dos solitarias avellanas en el estómago, dan fe de la leyenda artúrica que lo acompaña". No me dirán que el detalle de las avellanas no es sobrecogedor.
Una vez elevado el listón a ese nivel, el resto del reportaje, que está trufado de declaraciones y expresiones en catalán como "la bona gent que no falló", no cede ni un milímetro a una visión más terrenal de un hombre que no parece tener defectos y cuyas virtudes se miden poco menos que por toneladas, visto lo cual no debe sorprendernos que "un país (...), de forma masiva, lo considerara su elegido".
Un "elegido" que "está blindado emocionalmente" y del que descubrimos secretos de peluquería de gran interés como que su barbero le recorta los pelillos de la nariz "porque ya tenemos al president en marcha". Además, "antes de marcharnos sabremos que Mas ya no tiene edad para llevar bigote, que no se tiñe las canas, que nunca ha usado laca (...)", tal y como nos revela el peluquero y barbero, que cree que el nuevo presidente de la Generalidad "tendrá que dar golpes de zapato porque es demasiado buena persona".
¿A qué huele un presidente?
Entre lo más llamativo del reportaje, el impacto que tienen en Rahola las palabras de un seguidor que cuando Mas se acerca a su mesa electoral para votar le dice: "Hueles a presidente", una imagen que se queda en la mente de la columnista, que las repetirá en alguna ocasión a lo largo del reportaje.
Una de las partes más bochornosas del escrito es la comida familiar de Mas, que da entrada a una serie de párrafos de un estilo sentimentaloide y poco menos que lacrimógeno, que llevan a Rahola a, una vez hecha la comparación artúrica, tirar mano también de la homérica: "(...) el esforzado Ulises que capitaneó la nave cuando las tormentas amenazaban naufragio, el duro rey Artur de impenetrable máscara, el hombre que no se permite pensar en la victoria".
Volviendo a los olores, la periodista constata que la reunión familiar también tiene un especial aroma que, llamativamente, no es ni a canelones ni a escudella: "La comida respira el olor a vida compartida que impregna sus valores. La fortaleza de su madre, Montserrat, que reina en el corazón de la familia; los hermanos y sobrinos, que conforman una tupida red de sentimientos; su padre, el patriarca, emotivo, brillante, austero, exigente".
¿Creen ustedes que no es posible ser más cursi y sensiblero? Pues se equivocan, vean las palabras que Rahola pone en boca del patriarca de los Mas: "Ya no nos pertenece a nosotros, pertenece al pueblo que le puede dar la confianza masiva. Lo tengo, pero hace tiempo que lo he perdido". Demos gracias a la Moreneta porque no pertenezca al viento...
La coba que se reparte es tanta que hay hasta para la suegra de Mas, con la que el convergente se encuentra en el colegio electoral, momento que Rahola no duda en aprovechar para dejar constancia de "sus magníficos 86 años".
Tras cuatro páginas de periódico en este tono resulta difícil encontrar un final a la altura requerida, pero el propio Mas da el primer paso "desmintiendo a Kavafis", tal y como nos dice Rahola: "¿Sabes? No es cierto que lo importante sea el viaje, lo importante es llegar al puerto. Hemos llegado a Ítaca".
Menos mal que aunque "Camelot ha sido conquistada", última frase del reportaje, no lo ha sido por mayoría absoluta, en ese caso no sabemos que imágenes poéticas habrían sido necesarias para glosar tanta grandeza... y tan poco disimulo.