L D (EFE) Después de que la Comisión Estatal aprobara a Duque como ingeniero de la tripulación principal, pocas tareas le quedan por cumplir en la Tierra. Inmediatamente después de sortear esta última prueba, Duque y sus compañeros de vuelo, el ruso Alexandr Kaleri y el estadounidense Michael Foale, comparecían ante los periodistas en su última conferencia de prensa antes del vuelo. Cuando los astronautas entraron al fin en la "pecera" que los protegía de posibles infecciones, Duque aparecía sonriente y tranquilo, y sus palabras fueron, ante todo, de seguridad en el éxito del vuelo y de responsabilidad por la misión asumida. Después de largos meses de entrenamiento y de intenso estudio de la tecnología rusa que dentro de unas horas lo llevará al espacio, el astronauta español aseveró que la tecnología que se ha utilizado en el cohete "está perfectamente a punto". "Es de altísimo nivel" y "todo está en orden", añadía.
Mientras, la nave Soyuz TMA-3, instalada en la punta del cohete Soyuz FG, está rodeada de un auténtico hormiguero de ingenieros y operarios que realizan las últimas revisiones. Luego, tres horas antes del lanzamiento, más de 270 toneladas de queroseno y oxígeno licuado a temperaturas de 100 grados centígrados bajo cero llenarán los inmensos tanques y platearán de escarcha el cohete, pintado de color gris. Sólo en su cima, la nave mantendrá el color blanco, en cuyo casco están pintadas las banderas de España, Rusia y Estados Unidos y el logotipo de la misión Cervantes.
A pesar de la severa cuarentena que desde hace una semana los mantuvo en aislamiento para evitar que lleven microbios a la ISS, esta última tarde en la Tierra los astronautas han tenido la oportunidad de reunirse con sus familias en el frondoso parque que rodea el hotel donde se hospedan. Duque paseó con sus padres, esposa e hijos por sus alamedas, plantadas en la orilla alta del río Amu-Daria, y pasó junto a los árboles plantados por los astronautas soviéticos y rusos, empezando por el más frondoso, que en abril de 1961 plantó el primer cosmonauta del mundo, Yuri Gagarin. Siguiendo la tradición, verá junto con sus compañeros la película soviética "El sol blanco del desierto", un divertido eastern que con gran humor imita las películas del Oeste pero en el escenario asiático de la guerra civil en la Rusia de principios del siglo pasado.
El despertador sonará a las 03,07 locales, cuando falten ocho horas y media para la Hora L, que marca el lanzamiento. Noventa minutos después partirán del hotel y siguiendo la tradición que viene de Gagarin estamparán su firma en la puerta de la habitación donde pasaron su última noche en la Tierra. A las L-6, es decir seis horas antes del lanzamiento, comenzará la última revisión médica y la conversación con los dirigentes del programa, entre los cuales posiblemente estará Juan Costa, ministro español de Ciencia y Tecnología. Luego, después del informe oficial al jefe de la Comisión Estatal, subirán al autobús que los llevará a la rampa de lanzamiento.
Como tradición de la nueva Rusia, un pope rociará este vehículo al igual que ya hizo con el cohete y luego, durante el trayecto, se cumplirá otro ritual, establecido también por Gagarin. Como en abril de 1961, el autobús se detendrá en el lugar donde pidió hacerlo el primer cosmonauta para orinar. E igual que Gagarin hizo entonces, Duque y sus dos compañeros rociarán la rueda del autobús. A las L-2:40 llegarán a la rampa de lanzamiento, la misma desde la que despegó Gagarin, y cinco minutos después subirán al ascensor que los elevará a la nave. Después se acomodarán en los asientos anatómicos, fabricados especialmente para cada uno, y esperarán la Hora L, cuando las llamas del cohete encenderán el fogón de la rampa y 20 millones de caballos de potencia los auparán al cielo.
Mientras, la nave Soyuz TMA-3, instalada en la punta del cohete Soyuz FG, está rodeada de un auténtico hormiguero de ingenieros y operarios que realizan las últimas revisiones. Luego, tres horas antes del lanzamiento, más de 270 toneladas de queroseno y oxígeno licuado a temperaturas de 100 grados centígrados bajo cero llenarán los inmensos tanques y platearán de escarcha el cohete, pintado de color gris. Sólo en su cima, la nave mantendrá el color blanco, en cuyo casco están pintadas las banderas de España, Rusia y Estados Unidos y el logotipo de la misión Cervantes.
A pesar de la severa cuarentena que desde hace una semana los mantuvo en aislamiento para evitar que lleven microbios a la ISS, esta última tarde en la Tierra los astronautas han tenido la oportunidad de reunirse con sus familias en el frondoso parque que rodea el hotel donde se hospedan. Duque paseó con sus padres, esposa e hijos por sus alamedas, plantadas en la orilla alta del río Amu-Daria, y pasó junto a los árboles plantados por los astronautas soviéticos y rusos, empezando por el más frondoso, que en abril de 1961 plantó el primer cosmonauta del mundo, Yuri Gagarin. Siguiendo la tradición, verá junto con sus compañeros la película soviética "El sol blanco del desierto", un divertido eastern que con gran humor imita las películas del Oeste pero en el escenario asiático de la guerra civil en la Rusia de principios del siglo pasado.
El despertador sonará a las 03,07 locales, cuando falten ocho horas y media para la Hora L, que marca el lanzamiento. Noventa minutos después partirán del hotel y siguiendo la tradición que viene de Gagarin estamparán su firma en la puerta de la habitación donde pasaron su última noche en la Tierra. A las L-6, es decir seis horas antes del lanzamiento, comenzará la última revisión médica y la conversación con los dirigentes del programa, entre los cuales posiblemente estará Juan Costa, ministro español de Ciencia y Tecnología. Luego, después del informe oficial al jefe de la Comisión Estatal, subirán al autobús que los llevará a la rampa de lanzamiento.
Como tradición de la nueva Rusia, un pope rociará este vehículo al igual que ya hizo con el cohete y luego, durante el trayecto, se cumplirá otro ritual, establecido también por Gagarin. Como en abril de 1961, el autobús se detendrá en el lugar donde pidió hacerlo el primer cosmonauta para orinar. E igual que Gagarin hizo entonces, Duque y sus dos compañeros rociarán la rueda del autobús. A las L-2:40 llegarán a la rampa de lanzamiento, la misma desde la que despegó Gagarin, y cinco minutos después subirán al ascensor que los elevará a la nave. Después se acomodarán en los asientos anatómicos, fabricados especialmente para cada uno, y esperarán la Hora L, cuando las llamas del cohete encenderán el fogón de la rampa y 20 millones de caballos de potencia los auparán al cielo.