L D (EFE) Según el Instituto Sismológico Nacional, el temblor se produjo a las 18.24 horas (09.24 GMT) y su epicentro se localizó a 60 kilómetros bajo el fondo marino frente a las costas orientales del océano Pacífico en la provincia Miyagi, a unos 400 kilómetros al norte de Tokio. Según la televisión pública NHK que cortó su programación habitual para dar información puntal y continua del terremoto, transcurrida una hora desde que sobrevino el seísmo la policía y los bomberos habían recibido denuncias de tres heridos en Iwate, además de otro herido y varios atrapados en el interior de un ascensor en la provincia de Miyagi.
Imágenes de televisión transmitidas desde helicópteros permitieron ver que las edificaciones, tanto viviendas como edificios comerciales, de la zona se mantuvieron en pie, sin derrumbes, aunque sí con roturas de cristales y caídas de objetos de las estanterías.
El gobernador de Miyagi, Shiro Asano, solicitó el envío de tropas de las Fuerzas de Defensa si fuera necesario para proceder a posibles operaciones de rescate, que al parecer no eran necesarias pocas horas después. El terremoto, que duró alrededor de un minuto e hizo oscilar a las edificaciones, no causó daños en las centrales nucleares de Ibaraki, Miyagi y Fukushima, que operan con normalidad.
Los trenes de alta velocidad se detuvieron automáticamente nada más producirse el terremoto, y según testimonios de responsables de los ferrocarriles a la televisión, no se informó de descarrilamientos en otras líneas del tren. Las autopistas en Iwate y Miyagi fueron cerradas al tráfico para comprobar daños. Algunas carreteras tuvieron grietas y desprendimientos de rocas sobre el pavimento.
El aeropuerto internacional de Tokio-Narita fue cerrado al tráfico aéreo durante tres minutos, pero reanudó su servicio tras comprobarse que las pistas y sistemas no se vieron afectados por el seísmo.
Japón es un país propenso a los terremotos, por lo que existen estrictas reglamentaciones en materia de construcción gracias a las cuales se suelen evitar daños de consideración por los seísmos moderados o fuertes.
Imágenes de televisión transmitidas desde helicópteros permitieron ver que las edificaciones, tanto viviendas como edificios comerciales, de la zona se mantuvieron en pie, sin derrumbes, aunque sí con roturas de cristales y caídas de objetos de las estanterías.
El gobernador de Miyagi, Shiro Asano, solicitó el envío de tropas de las Fuerzas de Defensa si fuera necesario para proceder a posibles operaciones de rescate, que al parecer no eran necesarias pocas horas después. El terremoto, que duró alrededor de un minuto e hizo oscilar a las edificaciones, no causó daños en las centrales nucleares de Ibaraki, Miyagi y Fukushima, que operan con normalidad.
Los trenes de alta velocidad se detuvieron automáticamente nada más producirse el terremoto, y según testimonios de responsables de los ferrocarriles a la televisión, no se informó de descarrilamientos en otras líneas del tren. Las autopistas en Iwate y Miyagi fueron cerradas al tráfico para comprobar daños. Algunas carreteras tuvieron grietas y desprendimientos de rocas sobre el pavimento.
El aeropuerto internacional de Tokio-Narita fue cerrado al tráfico aéreo durante tres minutos, pero reanudó su servicio tras comprobarse que las pistas y sistemas no se vieron afectados por el seísmo.
Japón es un país propenso a los terremotos, por lo que existen estrictas reglamentaciones en materia de construcción gracias a las cuales se suelen evitar daños de consideración por los seísmos moderados o fuertes.