Los Rolling Stones congregan a más de un millón de seguidores en la playa brasileña de Copacabana
Los Rolling Stones, desbordantes de vitalidad en las arenas de la playa brasileña de Copacabana, reunieron este pasado sábado por la noche a más de un millón de personas en un concierto gratuito que pasará a la Historia como una de las mayores concentraciones de viejos y jóvenes rockeros. El concierto número 53 de la gira mundial "A Bigger Bang" de la más famosa banda de rock del mundo fue distinto: gratuito y al aire libre, a la orilla del mar y con un despliegue de tecnología frente a un público delirante.
Un público sediento de buena música bajo el implacable calor del verano carioca había ocupado las arenas de Copacabana desde varias horas antes del espectáculo, que terminó al filo de la medianoche. Pero la enorme concentración, calculada en 1,2 millones de personas por la Policía y entre 1,3 y 1,5 millones por los bomberos, parecía entregada a la seducción de los Rolling y poco propensa a buscarse problemas.
El escenario estaba diseñado de tal forma que el sesentón Jagger podía desplazarse hacia los lados y hacia adelante por pasarelas de decenas de metros de largo, para bailar a sus anchas, mover las caderas y quedar más cerca de un público que lo ensalzaba al borde del delirio como al sumo sacerdote de la religión del rock.
Keith Richards también brilló al acometer "This Place is Empty" y "Happy", mientras el indestructible Jagger se tomaba un poco de agua y un corto descanso. La multitud vivió un momento de especial regocijo cuando la banda británica se junto en una parte del escenario que comenzó a desplazarse unos sesenta metros hacia el interior de la masa humana. A partir de ese momento, el espectáculo entró en el vértigo de piezas como "Rough Justice", "Honky Tonk Women", "Start Me Up" y "Brown Sugar".
Tras amagar una primera despedida, la banda salió otra vez a escena para cerrar la noche con sus clásicos "Simpathy for the Devil" y "Satisfaction", el ineludible himno de los "Cantos Rodados", encarado con entrega total por Jagger. "Ya me puedo morir tranquilo", dijo del final del concierto, con una mano en el corazón, Mario Rajo, de 60 años. Para Joao Romano, de 20 años, catorce de ellos como admirador de los Rolling, fue un concierto "poderoso".
"No hay en el mundo ninguna banda mejor que ellos, que llevan 42 años en la carretera", dijo Romano mientras contemplaba extasiado a sus ídolos, que en señal de despedida hacían reverencias al público, abrazados en fila como lo haría una compañía de teatro. Un gigantesco operativo de seguridad, con apoyo de unos 10.000 policías, bomberos y guardias privados, logró mantener la situación bajo control.
Según las últimas cifras, durante el espectáculo hubo 599 emergencias, la mayor parte relacionadas con el exceso de alcohol. Asimismo, tres personas fueron apuñaladas en un asalto y dos peleas y a una embarazada le llegaron los dolores del parto mientras bailaba al ritmo de la banda. Los bomberos también rescataron de las aguas del mar a veintinueve personas a punto de ahogarse al intentar sortear a la multitud nadando para acercarse al gigantesco escenario, cuya altura equivalía a la de edificio de siete pisos.
"Debe de ser el espectáculo más multitudinario de la Historia", calculó el argentino Marcelo Sonaglioni, un seguidor incondicional que tiene en su haber 43 conciertos de los Rolling en varias partes del mundo. El espectáculo, dijo el propio Jagger al comienzo, se transmitió en vivo por televisión para Brasil, México y Estados Unidos. Con tecnología avanzada de sonido y cámaras aéreas que captaban el escenario en una Copacabana a reventar en un noche clara, el concierto se grabó y en pocas semanas se convertirá en un DVD y un disco que darán testimonio de uno de los espectáculos musicales más concurridos de la Historia.
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