La manía de los conductores a los radáres fijos ya es cuantificable. Según datos del Gobierno, estos sistemas pusieron casi dos millones de multas entre los años 2007 y 2008. En total, sumando radares fijos, móviles y agentes, más de tres millones.
Libertad Digital
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escade1 dijo el día 18 de Agosto de 2009 a las 08:20:
La lectura que hay que hacer de esta noticia es que los límites de velocidad no los respeta nadie, porque son absurdos, desproporcionados, desfasados, ilógicos y, además, en contra de todo sentido de la realidad. ¿Qué pasa, que hay más de tres millones de locos al volante?. La respuesta es categóricamente NO.
No puede ser que todo el mundo esté conduciendo de manera peligrosa y temeraria. Una ley que no respeta nadie no es una buena ley. Y ¿por qué?, pues porque todo el mundo va a la velocidad que aprecia lógica en cada circunstancia, en función de su experiencia, de su capacidad, de su vehículo, del estado de la vía, de las condiciones climatológicas, del volumen del tráfico, y de todas las circunstancias que aprecia personalmente. Siempre habrá irresponsables y locos, haya la pena que haya por no respetar los límites, pero lo que es absolutamente cierto es que no se pueden imponer normas carentes de sentido común y que nadie aprecie como reales y cumplibles.
Pero que nadie pase por alto el verdadero espíritu que guía la implantación de estos límites de velocidad absurdos, y que no es más que otorgar a la administración la potestad de sancionar cuando le venga en gana, para recaudar a su libre albedrío, sin importar, en absoluto, ni la seguridad ni la fluidez del tráfico, que deberían ser su verdadero objetivo y para el cual pagamos nuestros impuestos. Si pusieran 100 veces más cinemómetros aumentarían 100 veces la recaudación, porque nadie, repito nadie, respeta siempre todos los límites de velocidad, porque es imposible.
Es imperioso acabar con esta forma de legislar y con estos políticos usurpadores de nuestros derechos y nuestros dineros porque, además, no cumplen con sus obligaciones y cometidos.
La lectura que hay que hacer de esta noticia es que los límites de velocidad no los respeta nadie, porque son absurdos, desproporcionados, desfasados, ilógicos y, además, en contra de todo sentido de la realidad. ¿Qué pasa, que hay más de tres millones de locos al volante?. La respuesta es categóricamente NO.
No puede ser que todo el mundo esté conduciendo de manera peligrosa y temeraria. Una ley que no respeta nadie no es una buena ley. Y ¿por qué?, pues porque todo el mundo va a la velocidad que aprecia lógica en cada circunstancia, en función de su experiencia, de su capacidad, de su vehículo, del estado de la vía, de las condiciones climatológicas, del volumen del tráfico, y de todas las circunstancias que aprecia personalmente. Siempre habrá irresponsables y locos, haya la pena que haya por no respetar los límites, pero lo que es absolutamente cierto es que no se pueden imponer normas carentes de sentido común y que nadie aprecie como reales y cumplibles.
Pero que nadie pase por alto el verdadero espíritu que guía la implantación de estos límites de velocidad absurdos, y que no es más que otorgar a la administración la potestad de sancionar cuando le venga en gana, para recaudar a su libre albedrío, sin importar, en absoluto, ni la seguridad ni la fluidez del tráfico, que deberían ser su verdadero objetivo y para el cual pagamos nuestros impuestos. Si pusieran 100 veces más cinemómetros aumentarían 100 veces la recaudación, porque nadie, repito nadie, respeta siempre todos los límites de velocidad, porque es imposible.
Es imperioso acabar con esta forma de legislar y con estos políticos usurpadores de nuestros derechos y nuestros dineros porque, además, no cumplen con sus obligaciones y cometidos.