L D (Agencias) En declaraciones a los medios durante la presentación de la Jornada Mundial de las Telecomunicaciones, el también obispo de la diócesis Sigüenza-Guadalajara afirmó, como el responsable de Migraciones de la Conferencia Episcopal, que él no está en contra de la regulación de los inmigrantes. No obstante, aseguró, reconociendo no conocer íntegramente el texto, que "tiene una filosofía con la que no estoy acuerdo". En este sentido defendió "otros principios más humanitarios, solidarios y para nosotros, más cristianos".
"Las leyes de extranjería e inmigración están fundamentadas todas ellas sobre la defensa de los intereses nacionales y la regulación de la economía y del mercado", unos principios que, en su opinión, "no son los deseables", añadió.
En este sentido, añadió que la legislación existente sobre inmigración y extranjería le "ponen siempre en guardia". "Hay una filosofía subyacente inicial con la que no estoy de acuerdo, es decir, el inmigrante en estos países desarrollados es un colchón de la economía, es como un muelle, que le deja subir fuerte cuando lo necesitamos, entre todos los que quieran y cuando las cosas se ponen mal que se vayan cuanto antes", explicó.
Ni justicia ni solidaridad
Desde su punto de vista, hay apoyo al inmigrante "cuando sea bueno para los intereses nacionales" y no lo hay "cuando puedan perjudicarnos". "Unos principios así –reiteró– no son unos principios deseables de una ley justa, ni solidaria con estos pueblos con situación de pobreza que inician la inmigración por la necesidad".
Tras defender esos principios "más cristianos" en la regulación de la inmigración, el obispo de Sigüenza, aseguró que fuera de esos criterios "todo lo demás que va saliendo son casi siempre actitudes defensivas de esos intereses nacionales pero difícilmente hay una ley de extranjería que nazca desde el amor al prójimo y desde el servicio al pobre y la colaboración al desarrollo".
Sánchez se refería así a la propuesta de la Comunidad Valenciana de la futura Ley de Integración de los Extranjeros, al estilo del 'contrato de inmigración' propuesto por el presidente del PP, Mariano Rajoy.