L D (EFE) La masificación de corredores, habitual en los fines de semana, hacía presagiar un encierro peligroso que, sin embargo, no lo fue gracias a la nobleza de los "miuras", característica que hace que sea la ganadería tradicional de los domingos sanfermineros.
La manada partió a las 8.00 horas de los corrales de Santo Domingo veloz y agrupada detrás de los cabestros, si bien, incluso antes de producirse el contacto con los mozos, uno de los bureles tomó la cabeza e imprimió a la carrera un ritmo difícil de seguir para los corredores. En este mismo tramo el grupo se estiró pero sin llegar a romperse y, de esta forma, con tres toros en cabeza y los animales desentendidos de los mozos, atravesaron la plaza del Ayuntamiento y la calle Mercaderes hasta llegar a la curva de acceso a Estafeta.
En este lugar todos los toros, menos el primero, un colorado que siguió su camino, chocaron contra el vallado y cayeron al suelo, donde uno de ellos se entretuvo más que sus hermanos. Esto hizo que la primera mitad de este tramo lo corrieran separados, con tres toros abriendo el grupo pero uno detrás de otro, lo que dejó hueco a los corredores, pese a la multitud, para acercarse a las astas.
Mientras, sus hermanos recorrieron estos metros acompañados por los cabestros y, como los anteriores, sin causar ningún problema salvo las caídas propias de la carrera. De la misma forma continuaron toda la calle Estafeta y pasaron por Telefónica para acceder a la plaza de Toros, a cuyo callejón entraron los dos primeros pegados a la pared derecha a pesar de lo cual no hubo problemas con los mozos que situados en ese lugar. Limpia y velozmente entraron el resto de los "miuras" a la arena y, sin demorarse en ella, siguieron el capote de los dobladores hasta chiqueros.
La manada partió a las 8.00 horas de los corrales de Santo Domingo veloz y agrupada detrás de los cabestros, si bien, incluso antes de producirse el contacto con los mozos, uno de los bureles tomó la cabeza e imprimió a la carrera un ritmo difícil de seguir para los corredores. En este mismo tramo el grupo se estiró pero sin llegar a romperse y, de esta forma, con tres toros en cabeza y los animales desentendidos de los mozos, atravesaron la plaza del Ayuntamiento y la calle Mercaderes hasta llegar a la curva de acceso a Estafeta.
En este lugar todos los toros, menos el primero, un colorado que siguió su camino, chocaron contra el vallado y cayeron al suelo, donde uno de ellos se entretuvo más que sus hermanos. Esto hizo que la primera mitad de este tramo lo corrieran separados, con tres toros abriendo el grupo pero uno detrás de otro, lo que dejó hueco a los corredores, pese a la multitud, para acercarse a las astas.
Mientras, sus hermanos recorrieron estos metros acompañados por los cabestros y, como los anteriores, sin causar ningún problema salvo las caídas propias de la carrera. De la misma forma continuaron toda la calle Estafeta y pasaron por Telefónica para acceder a la plaza de Toros, a cuyo callejón entraron los dos primeros pegados a la pared derecha a pesar de lo cual no hubo problemas con los mozos que situados en ese lugar. Limpia y velozmente entraron el resto de los "miuras" a la arena y, sin demorarse en ella, siguieron el capote de los dobladores hasta chiqueros.