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Los adolescentes creen que los chicos siempre buscan sexo y las chicas deben controlar

Un estudio realizado por la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (FAD), el Instituto de la Juventud y la Obra Social de Caja Madrid refleja que los estereotipos que identifican al chico como un poseedor de una naturaleza sexual "sin límites" y a la chica como "la que debe controlar" mantienen una "sorprendente vigencia" en las relaciones sexuales entre adolescentes, dominadas por la influencia del grupo y la banalización de las conductas de riesgo. El mismo estudio apunta que está desapareciendo el riesgo de estigmatización por la pérdida de la virginidad.

L D (EFE) La encuesta revela que los cambios están protagonizados esencialmente por las mujeres, que tratan de modificar sus conductas en aras de "ser más como los hombres" por los grados de libertad que ello conlleva y no "ser más mujeres", manifestó el director técnico de la FAD, Eusebio Megías, en la presentación del informe. El "imaginario adolescente es un bloque que deja poco espacio a los matices", señaló Megías, quien explicó que en las entrevistas realizadas para elaborar el informe no apareció el discurso homosexual, aunque exista, "porque el grupo es tan importante que ahoga las diferencias".
Los chicos se consideran y, así los perciben las chicas, como seres con una sexualidad "sin límites", difícil de controlar, lo que justifica "casi todo", desde la infidelidad a la ausencia de culpa, según el estudio. Los varones tratan de ostentar su sexualidad en el grupo; se mueven en constante búsqueda de un encuentro sexual; su único miedo es "no dar la talla", y perciben el futuro como el momento en el que se les ha quitado un peso de encima y pueden dedicar más tiempo al compromiso y al lado emocional de las relaciones. Las chicas, por el contrario, se ven obligadas a matizar su deseo y ven el sexo como la culminación de un proceso lleno de aspiraciones emocionales.

Deben mantenerse en una conducta "ambigua y contradictoria", capaz de aunar el hecho de estar disponible para no ser considerada una "estrecha", con ejercer el control para evitar futuras consecuencias, un peso que recae bajo su responsabilidad, explicó Megías.

 
El estudio incide también en la banalización de los riesgos de las relaciones sexuales ocasionales, que se asocian a momentos de ocio, un periodo que se vive como "paréntesis normativo" y, por lo tanto, donde es posible "pasarse". El problema no reside en la falta de información sobre embarazos no deseados, sida y otras enfermedades de transmisión sexual, sino en que estos riesgos no se perciben con preocupación. "Están ahí, pero no son para tanto", afirma el estudio.
 
La importancia del grupo, esencial
 
Así los chicos son reacios a llevar un preservativo a un lugar de ocio, porque teme las reacciones en caso de que no lo usen, y las chicas porque si lo llevan puede presuponer una disponibilidad que no quieren, explicó Megías. Una de las percepciones compartidas por chicos y chicas es la importancia del momento de la iniciación sexual, una experiencia que es percibida por ellos como la demostración de que "han cumplido" y por ellas como la culminación de un proceso más complejo.

Megías destacó la contradicción existente entre las declaraciones de los adolescentes, que aseguran que son ellos quienes eligen dónde, cómo y con quién mantienen una relación, y la realidad, marcada por los dictados del grupo que determina, "sobre todo, con quién no relacionarse". En este sentido, destacó que el grupo es "mucho más intolerante contra las conductas de las chicas que contra las de los chicos", y afirmó que "la formación de una pareja en el seno del grupo puede vivirse como una amenaza y, de hecho, son más numerosos los casos en los que se integra la pareja de un chico que lo contrario".

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