Larsson tenía escritas 200 páginas del cuarto libro de "Millenium"
Stieg Larsson, el autor de la exitosa saga de “Millenium”, ya había escrito 200 páginas del que sería su cuarto libro antes de su muerte. Su viuda que ha estado en Madrid espera que éste no se termine. "No quiero que esta historia continúe".
"Una industria multimillonaria ha convertido a mi marido en un mito en venta. El fenómeno mediático ha hecho que nada de nuestra vida común haya sido respetado", afirma Eva Gabrielsson, viuda del autor de la saga "Millenium".
Gabrielsson se encuentra este martes en Madrid para recoger en nombre de quien fuera su pareja el premio del Club Internacional de Prensa, en reconocimiento a su lucha por la defensa de los derechos humanos. Anuncia que piensa zanjar "todos los mitos" en torno a la herencia del autor sueco en un libro que publicará este verano.
La ley sueca no considera su unión de décadas con el escritor y periodista fallecido en 2004 por no haber estado casados, por lo que tampoco es su heredera. Tras varios años de pugna legal con la familia de Larsson, Gabrielsson abordará en dicho texto "el dolor de perder a tu pareja y la lucha por sobrevivir tras ello".
También ofrecerá datos de su vida en común que luego se han visto reflejados en las conocidas novelas -y que en cierto modo demostrarían su implicación en el éxito de las mismas-. De esta forma, huirá de "falsedades" que se han contado a raíz de la muerte del autor aportando "pruebas documentales", explica.
"No quiero que esta historia continúe", asevera la viuda de Larsson, que por ello espera que no se finalice un cuarto título de "Millenium" del que Larsson ya había escrito 200 páginas.
De cumplirse su deseo, terminaría una saga cuyos beneficios asegura conocer por los medios de comunicación: 22 millones de copias vendidas en 42 países y decenas de millones de euros recaudados en taquilla con su traslación cinematográfica, "y eso sin contar los derechos de las películas ni las ventas de libros de bolsillo".
Gabrielsson insiste en que esta lucha no es acerca del dinero, y que las negociaciones actuales, nunca en persona, siempre entre abogados, se mantienen desde finales de noviembre, coincidiendo con el interés de Hollywood de iniciar una nueva adaptación de la trilogía. De ello también asegura saber únicamente por la prensa.
De sus palabras se desprende su disconformidad con el salto al cine de "Millenium". A pesar de su interés por controlar el legado artístico de Larsson, asegura haber visto sólo la tercera de las películas rodadas, aún inédita en muchos países.
"Fui gratis. No quise pagar por verla -apunta- y no creo que refleje todo lo que el libro muestra".
Aunque se planteó reclamar legalmente la coautoría de "Millenium", finalmente desechó la idea de iniciar "un camino largo y costoso" ante una legislación sueca "que se encuentra desfasada, protegiendo a la gente pasiva y castigando a la activa, algo que es contraproducente".
El premio que el Club Internacional de Prensa concede este martes en Madrid a Stieg Larsson recae en buena parte en su reivindicación a favor de la causa femenina, encarnada en sus novelas por una heroína de compleja personalidad como es Lisbeth Salander, "personaje que no tiene que ser ni blanco ni negro", defiende.
Esa sensibilidad nace, explica Eva Gabrielsson, en su infancia, que pasó al cuidado de sus abuelos, "una pareja que se trataba con igualdad y respeto".
Otro de los hechos que marcaron su vida sucedió en su adolescencia, cuando presenció cómo sus amigos violaban a una joven de 14 años. "Intentó pararlo pero no pudo. Luego la víctima le consideró a él igualmente culpable y eso le traumatizó durante años", desvela.
Para Gabrielsson, la ficción es un poderoso instrumento para defender los derechos humanos, porque "hace que la gente se identifique con otras personas de un modo no enciclopédico, algo que también hace el periodismo".
Como ejemplo ha puesto a la periodista sudanesa Lubna Hussein, condenada en su país por llevar pantalones y quien comparte galardón con Larsson. Hussein ha relatado cómo decidió convocar a la prensa internacional a su juicio y condena enviando algo similar a invitaciones de boda a través de un contacto en las Naciones Unidas de Sudán, donde ella trabajaba en ese momento. Un hecho "trágico y, al mismo tiempo, con gran sentido del humor" para Gabrielsson.
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