L D (Europa Press) Según el V Informe ATR-Villanueva –presentado este jueves por la Agrupación de Telespectadores y Radioyentes (ATR) y el Centro Universitario Villanueva–, las cadenas de televisión públicas son las que mejor están cumpliendo el Código de Autorregulación que hace dos años y medio firmaron el Gobierno y las televisiones públicas y privadas.
"Las televisiones privadas no están tomando –el Código de Autorregulación sobre contenidos televisivos e infancia– en serio", indicó en rueda de prensa uno de los autores del proyecto, el profesor José Antonio Ruiz de la Universidad Complutense de Madrid.
El informe ha sido elaborado gracias al trabajo de campo de la Red de Seguimiento de la Agrupación de Telespectadores y Radioyentes (ATR) que ha visionado y grabado íntegramente la programación emitida por los dos canales de TVE, Antena 3, Cuatro, La Sexta, Telecinco y Telemadrid, entre las 17.00 y las 20.00 horas de lunes a viernes.
Según explicó Ruiz, "en general" se aprecia "una levísima mejora" desde que hace dos años y medio las televisiones pactaron con el Gobierno para restringir sus contenidos en horario infantil. No obstante, señaló que en una muestra de once días elegidos al azar, entre las 17.00 y las 20.00 horas en mayo, las televisiones han incumplido el Código 342 veces.
Concretamente, de acuerdo con el informe, las televisiones que más incumplieron el Código son La Sexta, que lo hizo 102 veces y Telecinco (82 veces), y las televisiones que menos lo infringieron fueron La 2 (2), Telemadrid (19) y TVE (30), aunque Ruiz indicó que las diferencias entre las televisiones privadas son "anecdóticas" y la verdadera "brecha" se produce entre públicas y privadas.
Asimismo, el informe destaca que cerca del 90 por ciento de la población "sigue molesta con la telebasura" y "casi un 70 por ciento de los ciudadanos perciben mayoritariamente que las condenas no cumplen el Código", por lo que Ruiz demandó "mucha más sensibilidad con los contenidos infantiles".
Para los autores del informe muchos incumplimientos son consecuencia directa de los fundamentos mismos del formato de algunos programas: magazines sensacionalistas, muy agresivos en el tratamientos de la vida privada de las personas o "materiales enlatados" que no tienen ningún control.