(Libertad Digital) En un reciente artículo publicado en The Wall Street Journal, el ex ministro de Sanidad de Uganda, Sam Zaramba, recordaba cómo "Los Estados Unidos y Europa erradicaron la malaria en 1960, en gran medida gracias al uso del DDT". Dos años más tarde, en 1962, Rachel Carson (de cuyo nacimiento se ha cumplido recientemente cien años) publicó uno de los libros más señeros del ecologismo, y a la vez más exitosos: Silent Spring (Primavera silenciosa). En él, Carson describía los supuestos efectos devastadores del uso de dicho pesticida.
Sólo diez años más tarde de la aparición del libro, en 1972, la Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos (EPA), decidió prohibir la fabricación y el uso del DDT, a pesar de contar con la opinión contraria del equipo de científicos encargado de estudiar sus efectos. Estos científicos hallaron que el DDT no es dañino para las personas, lo que "es especialmente cierto cuando se rocían pequeñas cantidades sobre las paredes para repeler a los mosquitos", destaca Paul Driessen en un reciente artículo publicado en el New York Post.
Esa prohibición tiene todos los días consecuencias trágicas, ya que, recuerda Driessen, "dicha enfermedad sigue matando a dos millones de personas al año, principalmente en África". De hecho "El ano pasado la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional y la Organización Mundial de la Salud han vuelto a recomendar el uso del DDT para el control de la malaria".
Contra el nuevo colonialismo
Por su parte, el ex ministro de Sanidad de Uganda Sam Zaramba escribía este martes en The Wall Street Journal titulado "Dadnos DDT". En él, recordaba un experimento en la región ugandesa de Kanungu, en el que el uso del DDT "redujo la malaria en un 98 por ciento".
Zaramba se duele en su artÃculo de que "Pese a que la Autoridad Nacional de Gestión Medioambiental de Uganda ha aprobado el uso de DDT para el control de la malaria, los ecologistas occidentales continúan socavando nuestros esfuerzos y desalentando a los gobiernos del G-8 a que nos apoyen". Pero advierte de que "África está dispuesta a levantarse por encima del colonialismo actual que nos mantiene empobrecidos". Y espera que el "liderazgo" del G-8 contribuya a la autodeterminación de los paÃses africanos y "comience a apoyar las soluciones que funcionan".