En el escrito, Carmen cuenta que hace treinta y seis años "ETA asesinó a mi padre, Luis Carrero Blanco, entonces presidente del Gobierno. Sevilla quiso rendir un homenaje a su memoria, en reconocimiento de su entrega a esta preciosa ciudad y para ello quiso ponerle su nombre a una de sus calles, a una bonita avenida cercana al Guadalquivir".
Y ahora, más de tres décadas después, el Ayuntamiento socialista de Sevilla, suprime este honor, en virtud de la Ley de Memoria Histórica, lo que Carmen Carrero considera que es "como si le volviesen a asesinar, como si ya no se condenase su crimen".
Aún así, recuerda el servicio de su padre al país, y afirma que "pueden quitar su nombre de esa evanida, de todas las calles, porque su nombre ya quedó escrito para siempre en la historia, ese 20 de diciembre... en una gran explosión de sangre y fuego. Descansa en paz padre" concluye.