L D (Víctor Llano) María Elena Cruz Varela (Matanzas-Cuba 1953) es autora de varios poemarios, entre los que destacan El ángel agotado , La voz de Adán y yo , Afuera está lloviendo y Mientras la espera el agua . Ha escrito dos novelas, la ahora premiada y Dios en las cárceles de Cuba . Cruz Varela fue candidata al Premio Nobel de la Paz y al Príncipe de Asturias de la Concordia y le han concedido innumerables galardones literarios, entre ellos, el Mariano de Cavia de Prensa Española, en 1995.
La escritora cubana —que se presentó al tercer premio “Alfonso X El Sabio” con el seudónimo de Anna Magdalena — declaró que, como Juana de Arco, ella también ha estado “cerca de la hoguera” y, que si está en España y no paseando por el Malecón de La Habana es porque fue capaz en su momento de obrar en conciencia y enfrentarse a la tiranía de Fidel Castro. El jurado que premió a la disidente cubana estuvo presidido por la académica Ana María Matute y compuesto por el periodista Eduardo Delgado, la escritora Eugenia Rico, el profesor de Historia, Sisinio Pérez, la directora general de la editorial Minotauro, Laura Falcó, el director de la Obra Social de la Caja de Castilla-La Mancha, Martín Molina, y el director de la editorial Martínez Roca, Pablo Álvarez.
Como finalista quedó la novela Un amor traicionado. Victoria Eugenia de Battenberg, reina de España , del poeta y periodista de Televisión Española, José Infante, que la presentó bajo el seudónimo de Lord Jim.
José Bono, presidente de la Comunidad Autónoma de Castilla-La Mancha, entregó el premio a Cruz Varela en un acto celebrado en Centro Cultural San Marcos de Toledo, a cuyas puertas, miembros de la plataforma “Otro mundo es posible” exhibieron una pancarta en la que se leía “No más guerra por petróleo”. Los supuestos pacifistas no quisieron aprovecharon la ocasión en la que se premiaba a una víctima de la tiranía castrista para denunciar los crímenes que sufren los que viven en la isla de las doscientas cárceles. La guerra de los hermanos Castro contra su pueblo dura ya cuarenta y cuatro años, pero a los activistas de los derechos humanos europeos no le pareció necesario recordarlo en su protesta. La escritora premiada podía haberles contado lo que sufrió en su país por gritar “No a la guerra”. Cuando el régimen comunista la condenó a dos años de cárcel ningún europeo se ofreció como escudo humano para defenderla.
La escritora cubana —que se presentó al tercer premio “Alfonso X El Sabio” con el seudónimo de Anna Magdalena — declaró que, como Juana de Arco, ella también ha estado “cerca de la hoguera” y, que si está en España y no paseando por el Malecón de La Habana es porque fue capaz en su momento de obrar en conciencia y enfrentarse a la tiranía de Fidel Castro. El jurado que premió a la disidente cubana estuvo presidido por la académica Ana María Matute y compuesto por el periodista Eduardo Delgado, la escritora Eugenia Rico, el profesor de Historia, Sisinio Pérez, la directora general de la editorial Minotauro, Laura Falcó, el director de la Obra Social de la Caja de Castilla-La Mancha, Martín Molina, y el director de la editorial Martínez Roca, Pablo Álvarez.
Como finalista quedó la novela Un amor traicionado. Victoria Eugenia de Battenberg, reina de España , del poeta y periodista de Televisión Española, José Infante, que la presentó bajo el seudónimo de Lord Jim.
José Bono, presidente de la Comunidad Autónoma de Castilla-La Mancha, entregó el premio a Cruz Varela en un acto celebrado en Centro Cultural San Marcos de Toledo, a cuyas puertas, miembros de la plataforma “Otro mundo es posible” exhibieron una pancarta en la que se leía “No más guerra por petróleo”. Los supuestos pacifistas no quisieron aprovecharon la ocasión en la que se premiaba a una víctima de la tiranía castrista para denunciar los crímenes que sufren los que viven en la isla de las doscientas cárceles. La guerra de los hermanos Castro contra su pueblo dura ya cuarenta y cuatro años, pero a los activistas de los derechos humanos europeos no le pareció necesario recordarlo en su protesta. La escritora premiada podía haberles contado lo que sufrió en su país por gritar “No a la guerra”. Cuando el régimen comunista la condenó a dos años de cárcel ningún europeo se ofreció como escudo humano para defenderla.